Volumen 10, No. 2, Art. 26 – Mayo 2009

Análisis sociológico del discurso: métodos y lógicas

Jorge Ruiz Ruiz

Resumen: El análisis sociológico del discurso presenta similitudes en muchos de sus procedimientos con el que se realiza por otras ciencias sociales. Además, con frecuencia encontramos importantes diferencias de enfoque entre los análisis del discurso realizados por distintos sociólogos. Este panorama puede crear confusión e, incluso, llevar a cuestionar la propia existencia del análisis sociológico del discurso como un método con entidad propia. Este artículo pretende contribuir a clarificar las bases metodológicas del análisis sociológico del discurso, distinguiéndolo de otras aproximaciones y prácticas de análisis. Para ello, se plantea una explicación de lo que hacemos los sociólogos cuando analizamos discursos, centrada en los elementos y principios comunes, en aquello que comparten las distintas formas de hacer análisis sociológico del discurso.

Palabras clave: análisis del discurso; métodos cualitativos; análisis textual; análisis contextual; interpretación sociológica; abducción

Índice

1. Introducción

2. Discurso

3. Niveles del análisis sociológico del discurso

3.1 Análisis textual: el discurso como objeto

3.2 Análisis contextual: el discurso como acontecimiento singular

3.3 Análisis sociológico: el discurso como información, ideología y producto social

4. La lógica de la interpretación sociológica del discurso

5. La práctica del análisis: un ejemplo

6. Discusión

Agradecimientos

Notas

Referencias

Autor

Cita

 

1. Introducción

El análisis sociológico de discursos se ha constituido, en buena medida, a partir de la adopción y adaptación por los sociólogos de métodos de análisis desarrollados por otras ciencias sociales. Esto hace que presente muchas similitudes, si quiera parcialmente, con los análisis realizados por la lingüística, la etnografía, la antropología o la psicología, por citar sólo algunas de estas ciencias. Este peculiar desarrollo del análisis del discurso en sociología ha determinado también una gran diversidad de formas o estilos de análisis. Más que con un método para analizar sociológicamente los discursos, lo que encontramos es una serie de prácticas y procedimientos que los sociólogos utilizamos de manera muy diversa en nuestro quehacer profesional. Basta con consultar los distintos manuales que se editan sobre el tema para comprobar que no hay unanimidad sobre qué se entiende por análisis sociológico del discurso, ni sobre cómo debe abordarse1). [1]

La diversidad de enfoques y la escasa formalización del análisis sociológico del discurso generan confusión y malentendidos entre quienes no están familiarizados con esta práctica de investigación social. Esta confusión está referida, al menos, a tres cuestiones. Por un lado, a la identificación del análisis sociológico del discurso, fundamental o exclusivamente, con alguno de los procedimientos de análisis de los que disponemos. Por otro lado, a su consideración como una práctica de investigación poco rigurosa y que depende del criterio más o menos arbitrario del analista2). Por último, una tercera confusión pone en duda la misma existencia del análisis sociológico del discurso como un método de análisis con entidad propia. Se hace precisa, por lo tanto, una explicación de en qué consiste el análisis sociológico del discurso. Una explicación que dé respuesta a dos cuestiones fundamentales que, en definitiva, vienen a ser la misma: qué diferencia el análisis sociológico del discurso de los análisis realizados por otras disciplinas científicas y; qué comparten los distintos procedimientos de análisis sociológico del discurso, más allá de la aparente diversidad que adoptan en su forma. [2]

2. Discurso

Desde un punto de vista sociológico, se puede definir discurso como cualquier práctica por la que los sujetos dotan de sentido a la realidad. Definido en estos términos, el discurso presenta una diversidad de formas muy amplia. Cualquier práctica social puede ser analizada discursivamente, desde un baile a un ritual, una música o un contrato, un mito o unas costumbres culinarias3). Pero los discursos que tienen mayor interés para los sociólogos son aquellos que tienen una forma verbal, ya sea ésta oral o escrita. Hay una doble razón de este interés especial de los discursos verbales, una práctica y otra teórica. En la práctica, los discursos verbales son los que presentan para el analista unas mayores posibilidades de registro y una más fácil traducción al lenguaje (escrito u oral) en el que comunica sus resultados. De hecho, el análisis de discursos que tienen otras formas, por ejemplo visuales, requiere su traducción previa a alguna forma verbal mediante la descripción detallada. En la teoría, los discursos verbales constituyen la forma privilegiada de producción y transmisión de sentido: aunque haya una pujanza cada vez mayor de lo visual y, en menor medida, de lo armónico o lo espacial, la comunicación verbal es la forma más habitual que adopta la producción y transmisión de los sentidos en nuestras sociedades. [3]

Otra distinción fundamental es aquella que podemos establecer entre discursos naturales y discursos provocados. Por discursos naturales entendemos los producidos por los sujetos en sus prácticas cotidianas. Un libro, las actas de un juzgado o un programa televisivo, por ejemplo, constituyen frecuentemente materiales de análisis discursivo para los sociólogos. Se trata de discursos producidos por los sujetos para sus propios fines, distintos de los fines del sociólogo, pero que pueden ser utilizados por éste en sus investigaciones. Aunque ambos tipos de discursos tienen interés para los sociólogos, los discursos que se provocan en el marco de una investigación constituyen el material fundamental sobre el que los sociólogos realizamos nuestras prácticas de análisis: los sociólogos solemos y preferimos utilizar en nuestras investigaciones discursos provocados mediante técnicas de investigación social, ya que permiten el control relativo de las condiciones de emergencia de los mismos. Se trata de discursos producidos en el marco de entrevistas, generalmente en profundidad, o dinámicas grupales, generalmente grupos de discusión. Por esta razón, en nuestra exposición de las técnicas de análisis sociológico de los discursos haremos especial referencia a ellos, pero siempre teniendo en cuenta que pueden aplicarse también a los discursos naturales. [4]

El interés por el discurso para el conocimiento de la realidad social, parte de la consideración de la orientación subjetiva de la acción social: la acción social está orientada por el sentido que da el sujeto a su propia acción, por lo que es preciso atender a este sentido para la comprensión y la explicación de la misma. Ahora bien, este sentido no es sólo producto de constricciones y creencias individuales. Por el contrario, los sentidos por los que los sujetos orientan su acción son en buena medida producidos y compartidos socialmente. En este sentido, Alfred SCHUTZ señala la necesidad de tener en cuenta el punto de vista del sujeto como base para la explicación de la acción social y sostiene la importancia de la intersubjetividad como característica esencial de la estructura del mundo del sentido común (SCHUTZ 1974a, pp.35ss., 1974b, pp.17ss.). El mundo en el que se orientan o proyectan su acción los sujetos es conocido y comprendido por éstos como un mundo organizado socialmente, lo que implica que lo que conozco y comprendo de este mundo coincide, hasta cierto punto, con lo que conoce y comprende cualquiera de los sujetos con los que me relaciono. Como señala SCHUTZ:

"orientarse mediante la comprensión tiene lugar desde el comienzo, en cooperación con otros seres humanos; este mundo tiene sentido no sólo para mí, sino también para todos. Mi experiencia del mundo se justifica y corrige mediante la experiencia de los otros, esos otros con quienes me interrelacionan conocimientos comunes, tareas comunes y sufrimientos comunes. El mundo es interpretado como el posible campo de acción de todos nosotros; este es el primero y más primitivo principio de organización del conocimiento del mundo exterior en general" (SCHUTZ 1974b, p.22). [5]

Para SCHUTZ, las ciencias sociales tendrían por objeto ofrecer una explicación de la acción social en base a este punto de vista subjetivo. El problema de las ciencias sociales sería, en su opinión, cómo obtener un conocimiento objetivo de esta realidad subjetiva. En este sentido, plantea como método de conocimiento científico de la subjetividad la construcción de tipos ideales. Así, aunque incida en la importancia de la intersubjetividad en la constitución de este punto de vista subjetivo, no concede relevancia a la investigación sustantiva de los conocimientos y comprensiones intersubjetivas (sistemas de significatividades, tipificaciones socialmente aprobadas, etc.), como modo de indagación científica de la subjetividad. La investigación social cualitativa, por el contrario, plantea la posibilidad de obtener un conocimiento objetivo de la subjetividad a partir de la intersubjetividad. [6]

Obtener un conocimiento objetivo de la intersubjetividad plantea problemas metodológicos diferentes a los analizados por SCHUTZ respecto de la obtención del conocimiento objetivo de la subjetividad. Siendo un requisito de las interacciones sociales, la intersubjetividad deja su huella en los productos de dichas interacciones, especialmente, en los discursos como productos de las interacciones comunicativas. Como señala SCHUTZ:

"una comunicación eficaz sólo es posible entre personas, grupos sociales, naciones, etc., que comparten un sistema de significatividades sustancialmente similar. Cuanto mayores son las diferencias entre sus sistemas de significatividades, tanto menores son las probabilidades de éxito de la comunicación. La disparidad completa de los sistemas de significatividades hace totalmente imposible establecer un universo del discurso" (SCHUTZ 1974a, p.288). [7]

Si la comunicación sólo es posible en el marco de una cierta intersubjetividad, sus productos, esto es, los discursos, contienen dicha intersubjetividad de manera implícita, por lo que puede ser explicitada mediante el análisis. La investigación social cualitativa centra su atención sobre esta dimensión de la vida social, en la medida en que el contenido, la extensión, los límites y la estructura de la intersubjetividad, constituyen elementos fundamentales de la orientación subjetiva de la acción social. [8]

Si tenemos en cuenta que el mundo social es, en buena medida, un espacio de sentidos compartidos, parece clara la importancia que tienen las prácticas discursivas para el conocimiento y la comprensión de la realidad social. El análisis del discurso como método de investigación social está basado, por lo tanto, en dos supuestos fundamentales: 1) el conocimiento de la intersubjetividad social nos proporciona un conocimiento indirecto del orden social, porque la intersubjetividad es producto del orden social y porque es mediante la intersubjetividad social cómo el orden social se constituye y funciona; 2) el análisis de los discursos nos permite conocer la intersubjetividad social, porque los discursos la contienen y porque es mediante las prácticas discursivas como es producida. [9]

3. Niveles del análisis sociológico del discurso

La interpretación sociológica del discurso requiere, como pasos previos, de un análisis textual y contextual del mismo. Podemos considerar, por tanto, tres niveles diferenciados de análisis: un nivel textual, un nivel contextual y un nivel interpretativo. Los análisis textuales o contextuales forman parte del análisis sociológico del discurso, pero no son en sí mismos análisis sociológicos. El análisis textual nos ofrece una caracterización del discurso, centrándose fundamentalmente en el plano del enunciado y considerando el discurso en su dimensión de objeto de estudio; el análisis contextual nos ofrece una comprensión del discurso, centrándose en el plano de la enunciación y considerando el discurso en su dimensión de hecho o acontecimiento singular; la interpretación, por último, nos proporciona una explicación del discurso, centrándose en el plano sociológico y considerando el discurso en su dimensión bien de información, bien de ideología o bien de producto social4). [10]

En cuanto a la articulación de estos tres niveles, podría pensarse en un proceso lineal, que iría del análisis textual y el análisis contextual a la interpretación, entendida como objetivo último del análisis. No obstante, esto sólo es así en parte. Bien es cierto que hay una línea principal de análisis que va del análisis textual y contextual a la interpretación pero, en la práctica, estos tres niveles no suponen tres fases o momentos del análisis. Por el contrario, lo más frecuente es que el análisis se realice simultáneamente en los tres niveles, en un continuo ir y venir de uno a otro y en constante diálogo entre ellos. No se trata por tanto de un proceso lineal, sino que más bien se trataría de un proceso circular y bidireccional que, en si mismo, no concluye, sino que es dado por concluido por el analista cuando considera que ha alcanzado los objetivos perseguidos con el análisis. Los análisis textuales y los análisis contextuales sugieren interpretaciones sociológicas, que a su vez están presentes de manera más o menos implícita en todos los análisis textuales o contextuales que se realizan, ya que son las que les confieren valor o interés para el análisis sociológico; los análisis textuales remiten a análisis contextuales en la medida en que requieren de contextualización, y los análisis contextuales orientan nuevos análisis textuales. Y todo ello en un proceso continuo en el que los distintos tipos de análisis se retroalimentan unos a otros (Gráfico 1). [11]

En los siguientes apartados, se hace referencia por separado a cada uno de los tres niveles de análisis, junto con una breve revisión de los métodos o procedimientos de análisis más relevantes para cada uno de ellos. No obstante, hay que tener en cuenta las múltiples interrelaciones que se establecen entre estos tres niveles en las prácticas concretas de análisis, en las que se encuentran mezclados o entrelazados, por lo que en ocasiones puede parecer abusivo adscribir un tipo concreto de análisis a un nivel determinado. El criterio adoptado ha sido asignar cada uno de los procedimientos de análisis a un nivel en función de sus características fundamentales.



Gráfico 1: Proceso del análisis sociológico de discursos [12]

3.1 Análisis textual: el discurso como objeto

En un primer nivel, el análisis del discurso se centra en su textualidad. La relación entre discurso y texto no es unívoca, por lo que ambos conceptos no caben ser equiparados o confundidos. Así, si bien todo discurso tiene forma textual o es susceptible de adquirirla, un mismo texto puede incluir distintos discursos y un mismo discurso puede aparecer bajo distintas formas textuales. El análisis textual considera los discursos en su dimensión de objeto, lo que le confiere una apariencia de objetividad que le hace ser especialmente apreciado para quienes abordan el análisis del discurso desde presupuestos científicos positivistas. Pero esta objetividad es sólo aparente, ya que la consideración de los discursos exclusivamente como objetos de estudio no elimina al analista como sujeto, sino que más bien lo esconde. Bajo la aparente objetividad de los análisis textuales, encontramos necesariamente a un sujeto que realiza una lectura: selecciona los elementos relevantes, establece las relaciones pertinentes o significativas, etcétera. Así, podemos considerar el análisis textual como aquel nivel de análisis de los discursos en el que el sujeto analista se encuentra agazapado tras métodos estandarizados, pudiendo pasar desapercibido. Por otro lado, si bien los discursos tienen una dimensión objetiva, no son sólo objetos, por lo que esta consideración de los discursos en su dimensión objetiva sólo puede ser un paso o un nivel de análisis desde un punto de vista sociológico. El discurso no sólo contiene sentido sino que también lo produce. Es un acto y un producto, además de un objeto: por eso este primer nivel análisis "objetivo" es necesariamente insuficiente. En este sentido, tras la confusión entre texto y discurso se encuentra una pretensión totalizadora del análisis textual. [13]

Muy pocos de los discursos que interesan a los sociólogos presentan una forma textual de manera inmediata. Sólo los documentos y publicaciones (libros, revistas, periódicos) contienen discursos en forma textual. La primera operación del análisis textual suele ser, por tanto, la traducción de los discursos a una forma textual. Esta traducción de los discursos no textuales a una forma textual constituye ya una primera parte del análisis textual, lo que implica que deba realizarse según criterios y procedimientos rigurosos. Para ello, se utilizan dos procedimientos: la descripción, aplicada a los discursos no verbales, y la transcripción, aplicada a los discursos orales. El criterio fundamental es que esta traducción se realice de manera literal y detallada, permitiendo recuperar en la mayor medida posible todos los matices del discurso. Es importante resaltar que esta traducción de los discursos a una forma textual no sólo es importante para el primer nivel del análisis, sino que también es fundamental para el análisis contextual y para la interpretación del discurso. Así, en la descripción o transcripción se deben incluir todos aquellos elementos antecedentes y del contexto que puedan contribuir a su interpretación. Por otro lado, en la transcripción se deben incluir, por ejemplo, todas las incidencias no verbales (silencios y su duración, modulaciones y énfasis utilizados, gestos significativos de la expresión, etcétera). La descripción, por ejemplo de un baile o de un rito, debe ser igualmente detallada e incluir todos los elementos de la situación que la configuran como discurso. [14]

El análisis textual consiste en la caracterización o determinación de la composición y la estructura del discurso. No se trata de ofrecer una versión resumida del mismo que facilite su manejo. Por el contrario, el análisis textual del discurso se asemeja más a un despliegue: el resultado es una ampliación o multiplicación de la información, más que su reducción. Para realizarlo, los sociólogos solemos recurrir a dos técnicas: el análisis de contenido y el análisis semiótico. De hecho, en torno a estas dos técnicas de análisis se han constituido las principales escuelas o tendencias en el análisis textual del discurso. [15]

Desde nuestro planteamiento, lejos de constituir enfoques antagónicos, ni mucho menos incompatibles, estas dos técnicas de análisis nos proporcionan materiales muy valiosos para la caracterización textual de los discursos. El recurso en mayor medida a una o a otra dependerá de los objetivos concretos de la investigación. El mal uso o el abuso de una o de otra, proviene en la mayoría de los casos de su consideración hegemónica, cuando no exclusiva, como modo de análisis. [16]

El análisis de contenido consiste básicamente en la descomposición o fragmentación del texto en unidades constitutivas para su posterior codificación según un sistema de categorías, generalmente preestablecido. A veces se considera al análisis de contenido como un método estrictamente inductivo, llegándose incluso a hablar de construcción de teoría a partir del mismo. Sin embargo, todo el procedimiento está presidido por el sistema de categorías establecido teóricamente: es el investigador el que decide, por interés teórico, cuál es el interés o valor del texto, cómo se fragmenta y, sobre todo, cómo se clasifican los fragmentos. Es cierto que el propio análisis puede enriquecer el sistema de categorías inicialmente establecido, pero la idea de que el texto se autoanaliza, o establece las condiciones para su análisis, no es sino mera ilusión. [17]

Una vez fragmentado y codificado el texto, se aplican distintas técnicas de análisis5). En sus orígenes, el análisis de contenido tenía un marcado carácter cuantitativo, se centraba en el contenido manifiesto de mensajes y se limitaba en buena medida a un propósito descriptivo. Así, una de las definiciones clásicas del análisis de contenido lo considera como "una técnica de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de la comunicación" (BERELSON 1952, p.18). Esta orientación a la cuantificación ha acompañado al análisis de contenido hasta la actualidad, con una progresiva sofisticación de los métodos de análisis multivariante utilizados (análisis de correspondencias múltiples, análisis factoriales, etcétera). [18]

Dentro del análisis de contenido también encontramos distintos tipos según el alcance de los objetivos perseguidos con el mismo o de las características de los textos analizados (p.e., el análisis de titulares de prensa). Un tipo de análisis de contenido especialmente interesante para el análisis de los discursos producidos en contextos de investigación sociológica (discursos provocados), es el análisis temático. Este tipo de análisis se centra en los temas o tópicos en torno a los que se desarrolla el discurso. La selección de los tópicos pertinentes, el orden de su aparición, el tiempo dedicado a cada uno de ellos, las relaciones que se establecen entre los distintos temas o su modo de aparición (espontánea o sugerida), son cuestiones muy importantes para la caracterización de los discursos. [19]

No obstante, a partir de la década de los años sesenta del pasado siglo comienza a plantearse la necesidad de incluir en el análisis de contenido perspectivas cualitativas. Entre estas contribuciones destacan la llamada teoría fundamentada, formulada originariamente por GLASER y STRAUSS6). Estos planteamientos cualitativos vienen fundamentalmente a recuperar para el análisis de contenido los sentidos latentes de los discursos. Así, junto a lo que los discursos dicen (contenido manifiesto), se plantea la necesidad de atender a lo que dejan entrever o, incluso a lo que ocultan7). Además, el método de comparación constante (MCC) que propone la teoría fundamentada, aporta al análisis de contenido una mayor atención a la estructura textual (análisis de redes semánticas, árboles jerárquicos, análisis de intensidad, etcétera)8). Podemos hablar así de un creciente interés por la estructura textual dentro del análisis de contenido y, en general, del análisis del discurso9). [20]

En la actualidad, las aplicaciones informáticas para el análisis de discursos facilitan en gran medida este tipo de análisis, permitiendo una precisión y un refinamiento notables en los mismos. De hecho, podemos decir que estas aplicaciones informáticas derivan su utilidad, fundamentalmente, de su adecuación al análisis de contenido, si bien también podemos encontrar otras utilidades para el almacenaje y, en general, para el manejo de la información, ventajas especialmente importantes cuando su volumen es elevado. Pero además de estas indudables ventajas, la utilización de las aplicaciones informáticas para el análisis de contenido también tiene sus riesgos. Entre estos riesgos quizás el más importante sea el de generar una idea mecanizada del análisis, en la que éste se desarrolla según su propia lógica sin la intervención del sujeto investigador. Esta idea de un análisis sin sujeto resulta muy atractiva a quienes plantean un análisis estrictamente objetivo. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, la utilización de programas informáticos no elimina al sujeto investigador sino que, como mucho, puede ocultarlo confiriéndole un papel de mero ejecutor de un programa. Con ello no se evita la necesaria intervención del sujeto investigador, sino que se impide que éste sea cuestionado, confiriéndole una mayor autonomía para sus manejos. La objetividad perseguida sólo se puede conseguir teniendo en cuenta la intervención del sujeto, haciéndola explícita y sometiéndola a crítica. Para ello, sería preciso que la mecanización de las tareas no fuera utilizada como coartada, ya que en sí misma no supone ninguna garantía de objetividad. [21]

En el análisis de contenido el sentido se da por supuesto: se parte del supuesto de que hay una comunidad de sentido o conjunto de sentidos compartidos (lenguaje), que establece el sentido de los discursos de manera inmediata y, podemos decir, aproblemática. El análisis semiótico, por el contrario, sin negar la importancia de estos sentidos compartidos por los sujetos, problematiza el sentido: el sentido de los discursos no viene determinado por el lenguaje o, al menos, no de manera absoluta y definitiva. Entre el lenguaje y el habla (discursos) no habría una relación jerárquica o de despliegue programático, sino más bien una relación dialéctica o de determinación recíproca: los discursos utilizan el lenguaje (los sentidos compartidos) para expresarse, pero al hacerlo también lo modifican, lo renuevan. [22]

Dentro del análisis semiótico podemos distinguir, a su vez, dos grandes tipos o corrientes: el análisis semiótico estructural y el análisis semiótico formal. El análisis semiótico estructural se plantea desvelar los códigos lingüísticos no evidentes, tratando de descubrir y describir su lógica interna, entendida ésta como una matriz generativa que "re-produce" el texto10). Este tipo de análisis estructural de los discursos adquirió un importante desarrollo y relevancia en las décadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo. Sin embargo, desde finales de siglo, el análisis estructural de los textos ha sido muy criticado y cuestionado. Una de las críticas fundamentales se refiere a su consideración de la estructura textual de los discursos como algo autónomo y al margen de los sujetos que los producen, Parece claro que algunos planteamientos de análisis estructural de los textos son abusivos y suponen una consideración totalizadora de las estructuras textuales, que vendrían a imponerse en las prácticas discursivas de los sujetos. Para estos planteamientos extremos, los sujetos serían meros actualizadores de unas estructuras discursivas preexistentes y que se reproducen al margen de su actividad discursiva11). Sin embargo, bajo nuestro punto de vista, esto no resta interés y utilidad al análisis estructural para el análisis sociológico de discursos, siempre que se considere como una herramienta más dentro del análisis textual, esto es, siempre que no suplante a la interpretación sociológica de los discursos que, en nuestro planteamiento, se encuentra en otro nivel. Dicho de otro modo, el análisis semiótico estructural de los textos es un instrumento muy útil para los sociólogos siempre que no se utilice de manera totalizadora, es decir, siempre que se circunscriba a este nivel textual y no incluya interpretaciones abusivas. [23]

Mayores críticas, si cabe, merecen algunos planteamientos post-estructuralistas, en la medida en que suponen una inversión nihilista del estructuralismo, y la negación tanto de toda lógica textual como de toda referencia real de los discursos, con la consiguiente disolución o desconsideración de las estructuras sociales (ALONSO 1988). Para el análisis sociológico la deconstrucción, el método preferido por estos planteamientos post-estructuralistas, no sería más que juegos de significantes, juegos de diferencias intra e intertextuales, que pueden ser más o menos divertidos pero que aportan muy poco al análisis. Aportan muy poco al análisis sociológico del discurso en la medida en que la demostración de la intrascendencia del discurso que persigue la deconstrucción, constituye un objetivo opuesto al que persigue el sociólogo, esto es, mostrar y demostrar la conexión entre los discursos sociales y la realidad social en la que se han producido y en la que circulan. [24]

El análisis semiótico formal, por su parte, centra su atención en los efectos de sentido del discurso en el plano de la enunciación. Supone, por tanto, una primera consideración del contexto en el que el discurso es producido y en el que actúa. En el texto, la forma es tan significativa como el contenido de cara a la producción de sentido. El análisis formal del texto atiende a los recursos retóricos que contiene: los deícticos utilizados (yo, tú, nosotros, vosotros, aquí, allí, ayer, mañana …), los tiempos verbales, las modalidades que indican la actitud de duda, ruego, certidumbre, etcétera. La diferencia con el análisis contextual que veremos a continuación, está en que en el análisis semiótico formal estos recursos retóricos, "más que remitir a una situación de enunciación 'real' dan indicaciones acerca del tipo de comunicación que instauran, definen el marco de la comunicación" (LOZANO & PEÑA-MARÍN 1988, pp.295-296). Otras cuestiones relevantes en cuanto a la forma de los textos son el léxico utilizado, el uso de figuras retóricas (metáforas y metonimias), y las formas sintácticas, en la medida en que constituyen mecanismos generadores, constrictores o liberadores de sentido, según los casos. [25]

Un análisis textual que utilizara todos los procedimientos revisados (análisis de contenido, semiótico estructural y semiótico formal), supondría un enorme esfuerzo, sobre todo si se realiza de manera exhaustiva y si el volumen de los textos a analizar es abundante. Más aún, si tenemos en cuenta que el análisis textual es sólo un primer nivel, si bien muy importante, dentro del análisis sociológico del discurso tal y como aquí se defiende. Por esta razón, rara vez en un análisis textual se utilizan todos y cada uno de los métodos disponibles. Por el contrario, generalmente el análisis textual, como primer nivel del análisis sociológico, se centra en uno de estos procedimientos y sólo se recurre al resto de manera parcial para profundizar en algún aspecto concreto. El analista de discursos dispone de toda la gama de herramientas para el análisis, pero las selecciona y utiliza en función de los objetivos de la investigación, de los recursos disponibles, sobre todo temporales, o incluso de sus propias preferencias u orientaciones teóricas. No obstante, como criterio general, es aconsejable la utilización de varios métodos de análisis textual, si bien, como decimos, con distinto grado de profundización. Esta diversidad en los métodos proporciona una mayor amplitud de perspectiva, así como elementos de contraste que enriquecen el análisis. [26]

3.2 Análisis contextual: el discurso como acontecimiento singular

En un segundo nivel el análisis sociológico de discursos atiende al contexto. Por contexto se entiende el espacio en el que el discurso ha surgido y en el que adquiere sentido. Se trata, por tanto, de comprender los discursos como acontecimientos singulares, producidos por sujetos que se encuentran insertos en un espacio y un tiempo concretos, en un universo simbólico determinado y con intenciones discursivas propias. Desde este punto de vista podemos distinguir dos tipos de contextos, el contexto situacional y el contexto intertextual, que dan lugar a dos tipos de análisis, el análisis situacional y el análisis intertextual12). [27]

El análisis situacional del discurso requiere de la descripción detallada de las circunstancias en que ha sido producido y de las características de los sujetos que lo producen. Por ejemplo, respecto de los que antes denominábamos discursos provocados (esto es, producidos en el contexto de una investigación social), si el discurso es individual o colectivo, si existen relaciones previas entre los sujetos investigados o entre éstos y el investigador, los recursos con los que se cuenta (tiempo, capacidad y discrecionalidad discursiva), e incluso las condiciones de comodidad y habitabilidad del espacio son, entre otras, cuestiones relevantes para comprender el sentido local del discurso. [28]

En este punto, el análisis se centra en los aspectos más pragmáticos del discurso. El supuesto básico es que los discursos tienen una dimensión intencional, por lo que se pregunta para qué se producen, qué se pretende con ellos. Por ello, el análisis situacional va más allá de la mera descripción, ofreciendo una primera explicación de los mismos centrada en un nivel microsociológico. El análisis situacional requiere, así, de una información suficiente y una adecuada comprensión de las circunstancias en las que los discursos se han producido, pero además, y de manera fundamental, atiende a las interacciones y los procesos dialógicos implicados en dicha producción. Quien lo ha producido, en qué circunstancias y con qué propósitos son cuestiones relevantes para comprender el sentido local de los discursos, pero también es imprescindible determinar cómo se han producido, es decir, qué procesos sociales se han visto implicados en su producción. Así, respecto de los discursos provocados, una de las cuestiones más importantes a analizar es la actuación del investigador y, sobre todo, las relaciones establecidas entre el investigador y el sujeto o sujetos interpelados. Este carácter complejo del análisis situacional de los discursos, determina que para su realización el sociólogo deba recurrir a distintos procedimientos, entre los que destacan el análisis de posiciones discursivas, el análisis de marcos o frame analysis y el análisis conversacional. [29]

El análisis de posiciones discursivas supone una primera conexión de los discursos concretos con el espacio social en el que han surgido y, en este sentido, una primera interpretación sociológica del discurso. Las posiciones discursivas pueden ser entendidas como papeles discursivos típicos socialmente definidos (o roles) que los sujetos adoptan en sus prácticas discursivas concretas. Pero en el análisis contextual no interesa tanto el carácter más o menos generalizable de estas posiciones, cuanto su consideración como estrategias discursivas adoptadas por los sujetos13). Las posiciones discursivas, entendidas en este sentido, permiten reconstruir las interacciones comunicativas mediante las que el discurso se ha producido y, de esta manera, comprender mejor su sentido desde el punto de vista de los sujetos implicados en las mismas. [30]

Por otro lado, el análisis del marco o frame analysis es un procedimiento de análisis muy útil para el análisis situacional de los discursos. Se trata de un tipo de análisis derivado de los planteamientos de GOFFMAN (1986), que adopta el concepto de frame, formulado originariamente por BATESON, para recoger, ampliar e integrar los conceptos de fachada, representación, escena entre bastidores, rol y distancia de rol (HERRERA & SORIANO 2004). El frame analysis plantea que para la comprensión y explicación de la acción social debe atenderse a las normas locales que rigen en las interacciones cotidianas. La comprensión del discurso, como producto de una interacción comunicativa, requiere, por tanto, atender a estas normas que rigen en las situaciones concretas en las que se han producido. Estas normas son muy diversas, tanto explícitas como implícitas, abarcando desde códigos formales de conducta hasta convenciones aceptadas en mayor o menor medida por los participantes en los intercambios comunicativos. [31]

El marco general del intercambio comunicativo en el que es provocado el discurso en el contexto de una investigación social en base a entrevistas o grupos de discusión, está establecido por normas explícitas marcadas por el investigador y aceptadas por los sujetos a los que se dirige14). No obstante, esta aceptación de las dinámicas de entrevista o de grupo establecidas por el investigador es, con frecuencia, limitada. Los sujetos pueden comprender de manera imprecisa o equívoca lo que se les pide, pueden cuestionar de manera más o menos abierta la autoridad del investigador o pueden plantear otras normas en función de sus propios intereses y de su propia definición de la situación15). Estas consideraciones sobre el carácter dialógico de la producción del discurso, que puede ser mayor o menor en función de las circunstancias en las que sea producido16), abren el análisis situacional a la posibilidad de negociación del sentido de la propia situación. Dicho de otro modo, las normas implícitas y explícitas que rigen en los intercambios comunicativos en los que se produce el discurso no son suficientes para caracterizar la situación en la que se ha producido y, por consiguiente, no son suficientes para comprender el sentido del discurso para los sujetos implicados en los mismos. Las posibilidades, mayores o menores según los casos, de negociación de la situación y de las normas que rigen en ella y, en sentido más amplio, del sentido mismo del discurso producido, nos remite al análisis conversacional que, como se dijo antes, es un tercer procedimiento para el análisis de la situación como contexto del discurso. [32]

El análisis conversacional considera las interacciones comunicativas cotidianas como un proceso de negociación del sentido. Lo que se negocia es el sentido de la propia situación comunicativa y, con ella, el sentido del discurso producido. Este tipo de análisis se centra en el componente pragmático del lenguaje: mediante el lenguaje, los sujetos no sólo dicen cosas, sino que también hacen cosas. Y una de las cosas más importantes que los sujetos hacen con el lenguaje es la definición de las situaciones en las que se encuentran. Esta negociación del sentido de la situación que se realiza en las interacciones comunicativas, tiene una importancia crucial para la comprensión de los discursos, en la medida en que delimita cómo interpretan los sujetos implicados la propia comunicación y el producto de la misma. Mediante el análisis conversacional se problematiza una cuestión que damos por evidente en nuestra vida cotidiana: qué quieren decir nuestros interlocutores cuando se comunican con nosotros. Las negociaciones del sentido de la situación en las que nos vemos involucrados en nuestra vida cotidiana, ocurren sin que apenas reparemos en ellas. Sólo cuando hay un grave desacuerdo sobre el sentido de la situación, ponemos en marcha mecanismos explícitos de reparación de la situación (por ejemplo, pedimos o le ofrecemos explicaciones a nuestro interlocutor) o bien optamos por romper la comunicación. Los sociólogos, por el contrario, cuando analizamos el discurso no podemos dar por supuesto los procesos de acoplamiento comunicativo entre los distintos interlocutores: por un lado, estos procesos tienen un valor sustantivo muy importante en nuestro análisis, en la medida en que delimitan de qué se está "hablando"; por otro lado, constituyen un elemento de la situación comunicativa fundamental para comprender qué quieren decir los sujetos17). [33]

La atención a los roles discursivos adoptados por los interlocutores (análisis de posiciones discursivas), a las normas implícitas y explícitas que rigen en las situaciones comunicativas en las que los discursos son producidos (análisis del marco o frame analysis) y a los procesos de negociación de la situación discursiva (análisis conversacional), nos permite caracterizar el contexto situacional del discurso y, con ello, comprender mejor su sentido para los sujetos que lo producen. Pero el contexto del discurso no es sólo situacional sino que, como se decía antes, también es intertextual: todo discurso se inserta en un universo simbólico y cultural en el que adquiere sentido. El análisis intertextual nos remite a la comprensión del discurso por referencia al conjunto de discursos que se encuentran en el espacio social. [34]

Hay dos tipos de análisis intertextuales especialmente interesantes para los sociólogos que analizan el discurso. Uno de ellos es el defendido por Norman FAIRCLOUGH (1995), que consiste en rastrear en el discurso concreto analizado la presencia de elementos adoptados de otros discursos. Esta concepción de la intertextualidad parte de la consideración de que los sujetos recurren a los discursos que circulan socialmente para producir su propio discurso. La actividad discursiva así entendida equivale a seleccionar y combinar elementos de discursos ajenos. La intertextualidad, entendida como bricolage discursivo, lleva a FAIRCLOUGH a interpretar los discursos como síntomas de una dominación ideológica: los sujetos son reducidos a meros reproductores de los discursos dominantes18). Tal interpretación limita decisivamente el interés que este tipo de análisis intertextual tiene para el análisis sociológico del discurso. Más interés para este análisis sociológico tiene la concepción de la intertextualidad defendida por FOUCAULT (1973) que lleva, más que a la identificación de discursos ajenos, a un análisis de tipo comparativo: el sentido del discurso está referido a otros discursos con los que dialoga, ya sea explícita o implícitamente. Se trata de preguntar "a cada fragmento de un discurso analizado sobre sus presuposiciones, con qué otro discurso se encuentra dialogando y, por tanto, con qué otro discurso o discursos se encuentra en una relación asociativa o conflictiva" (ALONSO & CALLEJO 1999, p.49). El valor del discurso se establece, por tanto, en función de sus similitudes y diferencias respecto de otros discursos. [35]

El análisis contextual que hemos perfilado en este apartado presenta, sin duda, un elevado interés en sí mismo. Como se señalaba antes, este tipo de análisis aspira con frecuencia a ofrecer una explicación de los procesos comunicativos que se dan en las interacciones cotidianas, con lo que nos ofrece un conocimiento científico de uno de los procesos más importantes, desde un punto de vista microsociológico, que regulan la vida social. Sin embargo, desde el punto de vista del análisis sociológico, el interés del análisis contextual es sólo instrumental. El nivel contextual del análisis nos permite comprender el sentido del discurso para quienes están implicados en su producción: se centra, por tanto, en la interpretación que de los discursos realizan los sujetos implicados en las situaciones sociales en las que han surgido y en los campos discursivos en los que se proyectan. El análisis sociológico del discurso precisa tener en cuenta estas interpretaciones de los sujetos implicados, es decir, precisa comprender el sentido que tiene el discurso para ellos, pero sólo para formular una interpretación propia, que debe ser compatible con aquellas pero que no es directamente derivable de ellas. [36]

3.3 Análisis sociológico: el discurso como información, ideología y producto social

En el último nivel del análisis sociológico, el discurso requiere interpretación. Ahora bien, aunque la interpretación constituye un tercer nivel en el análisis sociológico del discurso, también está presente a lo largo de todo el proceso de análisis, es decir, en los dos niveles previos. Establecer un sistema de categorías para el análisis de contenido o establecer la estructura textual del discurso, por ejemplo, supone ya en cierto sentido una interpretación del mismo. Esto es así porque, como señalábamos antes, aunque la interpretación sea el último nivel de análisis y, por así decirlo, la culminación del análisis sociológico, este análisis se realiza en una constante y bidireccional comunicación entre los tres niveles definidos. [37]

La interpretación sociológica del discurso consiste en establecer conexiones entre los discursos analizados y el espacio social en el que han surgido. Estas conexiones pueden ser muy diversas en función de la orientación teórica adoptada por el analista. Sin embargo, en la práctica las interpretaciones sociológicas del discurso pueden reducirse a tres tipos: las que consideran el discurso en su dimensión de información de lo social; las que lo consideran como reflejo de las ideologías de los sujetos que los sostienen; y las que lo consideran como un producto social. Ahora bien, estos tres tipos de interpretaciones no son excluyentes, sino que, por el contrario, con frecuencia encontramos combinados dos o incluso los tres tipos de interpretación. [38]

Un primer tipo de interpretación sociológica del discurso lo considera en su dimensión informativa. Los sujetos, por el mero hecho de estar involucrados y en contacto con la realidad social, la conocen, disponen de un conocimiento sobre la misma. Los discursos de los sujetos contienen este conocimiento de la realidad social, de manera que su análisis proporcionaría una información relevante sobre la misma. En este tipo de interpretaciones, el discurso se explica en función de la competencia social como informante del sujeto que lo ha producido: de su conocimiento de la realidad, de su capacidad de exposición, etcétera. [39]

La calidad de la información sobre la realidad social que contienen los discursos es variable, en función del mayor o menor conocimiento sobre la misma que tenga cada sujeto en concreto. Pero, en cualquier caso, se trata de una calidad limitada, ya que la información que tienen los sujetos sobre la realidad social es parcial en un doble sentido. Es una información parcial porque está referida a una parcela limitada de esta realidad, aquélla con la que tienen contacto y en la medida en que lo tengan, en función de la posición que ocupan dentro de la estructura social. Esta limitación es superable, no obstante, recurriendo a distintos informantes, de manera que nos ofrezcan una visión panorámica de la realidad que nos interesa. Pero también la información que nos suministran los sujetos sobre la realidad social es parcial en el sentido de estar filtrada por su particular punto de vista. Los discursos de los sujetos incluyen, junto al componente informativo, un componente ideológico. Dicho de otro modo, los discursos contienen un conocimiento de la realidad social, pero desde el punto de vista del sujeto que los mantienen. Esta limitación puede ser soslayada o, al menos, minimizada abstrayendo en la interpretación todos aquellos aspectos del discursos atribuibles a la posición subjetiva adoptada por los informantes. [40]

Pese a estas limitaciones, la interpretación del discurso como información es frecuente y muy útil para los análisis sociológicos. Por ejemplo, es el tipo de interpretación predominante en los análisis basados en la teoría fundamentada o en los análisis del discurso de expertos en la investigación aplicada. La razón de esta amplia utilización de la interpretación informativa del discurso hay que buscarla en su utilidad, es decir, en que el análisis de los discursos sociales nos proporciona en la práctica una información válida y relevante sobre la realidad social. En el siguiente epígrafe volveremos sobre esta importante cuestión al referirnos a la inferencia inductiva como la lógica en la que están basadas este tipo de interpretaciones. [41]

La parcialidad ideológica del discurso, que es una limitación a su interpretación informativa, constituye, por el contrario, el fundamento para su interpretación como ideología19). En este tipo de interpretaciones, lo que interesa precisamente es el particular punto de vista del sujeto, pero no como un sesgo subjetivo del discurso, sino como indicio de construcciones ideológicas, entendidas como modos intersubjetivos de percibir el mundo y posicionarse en él, propios de sujetos insertos en contextos socio-históricos concretos. Este tipo de interpretación ideológica es el característico, por ejemplo, del ya citado Análisis Crítico del Discurso (ACD), orientado a mostrar cómo los discursos sociales están impregnados por discursos dominantes proyectados desde el poder (VAN DIJK 1999). El discurso se entiende, por lo tanto, como reflejo de un mecanismo de dominación ideológica. Pero también se considera como un potencial mecanismo de liberación: el discurso producido por el analista crítico, al desvelar o poner de manifiesto estos mecanismos de dominación ideológica, aspira a contribuir a su superación o eliminación. [42]

El ACD se ha desarrollado por posicionamientos más cercanos a la psicología o a la psicología social, que a la sociología, aunque esto no le resta interés para la interpretación sociológica. Así, a partir del análisis del discurso se deriva la presencia de diversos constructos mentales, tales como los patrones compartidos de comprensión o interpretación, los repertorios interpretativos (POTTER & WETHERELL 1987) o las representaciones mentales. Incluso BILLIG (1991) se refiere de manera explícita a estos constructos mentales como ideologías. Este tipo de interpretación pone de manifiesto las estructuras cognitivas implicadas en el discurso, entendidas como estructuras compartidas de sentido o formas típicas de pensar la realidad. No obstante, el interés sociológico del ACD se ve limitado en la medida en que se consideren los efectos pragmáticos del discurso en relación con el contexto social inmediato y no se conecte con el contexto social más amplio. [43]

La interpretación ideológica del discurso es también característica del análisis planteado por Pierre BOURDIEU en torno a lo que denomina mercados lingüísticos (BOURDIEU 1991). El discurso reflejaría el habitus del sujeto que lo produce. Podemos entender por habitus, en este sentido, la competencia discursiva del sujeto, derivada de su pertenencia a un grupo social determinado y de la experiencia social condicionada por esta pertenencia. Los discursos sociales no sólo serían diversos, en el sentido de diferentes en función de la posición social que ocupan quienes los mantienen, sino que también tendrían un valor social diferente. Esto lleva a BOURDIEU a hablar de mercado lingüístico, entendido como aquel mecanismo que establece y mantiene el valor desigual de los distintos discursos sociales. Los discursos sociales son considerados, por lo tanto, en su diversidad como un reflejo de la desigualdad social y como un mecanismo cultural de dominación o mantenimiento de las desigualdades sociales (ALONSO 2002). [44]

Un tercer tipo de interpretación sociológica del discurso lo considera en su dimensión de producto social. Cualquier producto refleja las condiciones sociales en las que ha sido producido, de manera que su análisis nos puede revelar de manera indirecta aspectos fundamentales de la vida y la estructura social. Si esto es así para cualquier producto, con mayor razón para el discurso, en la medida en que se trata de un producto que contiene una fuerte carga simbólica. Las preguntas clave en este tipo de interpretaciones son: ¿por qué se han producido unos discursos concretos (y no otros)?; ¿qué condiciones sociales han posibilitado que surjan unos discursos concretos (y no otros)? Este tipo de interpretación es el que supone un mayor salto o discontinuidad con el discurso. Sin embargo, es también el que nos ofrece una explicación sociológica del discurso más estricta, en el sentido establecer una conexión con el contexto social en sentido amplio. [45]

Aunque rara vez es la dominante, la interpretación del discurso como producto social está presente en mayor o menor medida en todos los análisis sociológicos del discurso. En el ámbito de la sociología española es característica de los planteamientos clásicos de Jesús IBÁÑEZ (1979, 1985) o de los más recientes de Fernando CONDE (2002, 2007). También sería característica del análisis Foucaultiano, si bien la interpretación del discurso como producto social que propone suele estar combinada con una interpretación ideológica, estando ambas íntimamente relacionadas.

"El punto de partida del análisis FOUCAULTiano de los enunciados es, de esta manera, su diversidad y una positividad que exige ser investigada. La cuestión aquí reside en analizar la condición histórica de la existencia de esos enunciados. (...) En las descripciones de FOUCAULT de los procesos de análisis de discurso primero cuestiona el objeto o área del conocimiento que es discursivamente producido; segundo, pregunta por la lógica con que está construida la terminología; tercero, interroga quién lo autoriza; y finalmente, pregunta qué metas estratégicas están siendo perseguidas en el discurso" (DÍAZ-BONE et al. 2007, p.5). [46]

La interpretación es la parte del análisis sociológico del discurso que mayores recelos suscita. Esto se debe a que la interpretación requiere de un salto o discontinuidad en el análisis, un ir más allá de los discursos concretos analizados. Pero aunque la interpretación suponga un salto, no se trata de un salto en el vacío. Por un lado, se trata de un salto fundamentado en análisis textuales y contextuales: la información sobre el discurso producida en los dos niveles anteriores permite fundamentar el salto interpretativo. Por otro lado, la interpretación sociológica de los discursos, si bien admite un amplio margen de maniobra del analista, se realiza según una estricta lógica científica, a la que nos referimos a continuación.

Nivel de análisis

Consideración del discurso

Plano de análisis

Métodos o procedimientos de análisis

Objetivos perseguidos

Análisis textual

Como objeto

Plano del enunciado

Análisis de contenido

Análisis semiótico (estructural y formal)

Caracterización del discurso

Análisis contextual

Como acontecimiento singular

Plano de la enunciación

Contexto situacional:

frame analysis, análisis de posiciones discursivas, análisis conversacional

Contexto intertextual: análisis intertextual

Comprensión del discurso

Interpretación sociológica

Como información, como ideología y como producto social

Plano de lo social

Inferencia inductiva

Inferencia abductiva

Explicación (sociológica) del discurso

Cuadro 1: Resumen de los niveles y procedimientos de análisis revisados [47]

4. La lógica de la interpretación sociológica del discurso

La interpretación sociológica del discurso responde a una lógica poco habitual, o diferente a la que encontramos en la mayoría de las inferencias científicas. Esto puede llevar en ocasiones a considerar que las interpretaciones están poco fundamentadas o incluso que son arbitrarias. Para evitar malentendidos e incomprensiones, es preciso referirse a esta lógica o lógicas: en concreto, las interpretaciones sociológicas del discurso responden bien a una lógica inductiva, bien a una lógica abductiva o bien a ambas. [48]

En ocasiones, las interpretaciones sociológicas del discurso presentan la forma de una inferencia inductiva, en el sentido de una generalización a partir de observaciones singulares20). Esta generalización presenta, no obstante, algunas características peculiares en el caso de la interpretación sociológica del discurso, en concreto en lo que se refiere al número de casos con los que opera. La interpretación sociológica del discurso no necesita de un gran número de casos para inferir inductivamente. Aunque un mayor número casos pueda contribuir a confirmar con mayor certidumbre las inducciones formuladas, con un reducido número de discursos analizados podemos formular inferencias inductivas. Esto es así por las características de la sociedad en tanto que sistema complejo. En tales sistemas, los distintos elementos no se encuentran aislados, sino que están interconectados con otros elementos, de manera que la información que poseen del sistema social deriva directamente de la posición que ocupan dentro del mismo. Esto hace que la información que nos puede suministrar un individuo sea intercambiable con la que nos puede suministrar cualquier otro situado en una misma o similar posición social. Basta, por tanto, con examinar un número reducido de casos para obtener información de todo el sistema; basta con examinar una muestra reducida de discursos de sujetos situados en posiciones significativas respecto de la cuestión investigada21). [49]

Esta peculiar forma que adopta la inducción en la interpretación sociológica del discurso, tiene importantes consecuencias sobre el tratamiento de los casos no esperados o no previstos. En efecto, los casos que no se ajustan a lo previsto teóricamente, no implican necesariamente el abandono o refutación de la teoría, como sostiene POPPER (1965). Por el contrario, en el análisis sociológico del discurso, en muchas ocasiones estos resultados no previstos lo que llevan es a la modificación de nuestras teorías, por complejización progresiva, de manera que expliquen los nuevos hallazgos: los descubrimientos no siempre cuestionan la validez de lo anteriormente sabido, sino que con frecuencia lo que permiten es su ampliación. [50]

Lo inesperado o imprevisto, no siempre lleva al abandono de los planteamientos teóricos en los que basamos nuestras predicciones, pero sí lo hace en ocasiones. Cuando los resultados inesperados no pueden ser reintegrados en nuestra teoría mediante su ampliación, debemos abandonarla y buscar una teoría que nos permita explicar la diversidad de lo real22). A esta búsqueda de una nueva teoría ante resultados de investigación inesperados es a lo que responde la otra forma lógica que adopta la interpretación sociológica del discurso: la abducción. Aunque la interpretación por inducción es muy frecuente y fructífera, la mayor aportación que realiza el análisis sociológico del discurso está relacionada con la interpretación por abducción (ALONSO 1998). Una abducción puede ser definida como aquella inferencia en la que la conclusión es una hipótesis. Su definición originaria se debe a PEIRCE, quien sostiene que

"aceptando la conclusión de que una explicación es necesaria cuando surgen hechos contrarios a los que esperaríamos, se sigue que la explicación debe ser una explicación tal que llevaría a la predicción de los hechos observados, como consecuencias necesarias o al menos muy probables bajo las circunstancias (…) Este paso de adoptar una hipótesis como siendo sugerida por los hechos es lo que llamo abducción" (PEIRCE 1901, p.202)23). [51]

Sin duda, se trata de una forma de inferencia débil, pero esta debilidad no constituye un problema para PEIRCE, que nunca dudó de su carácter lógico24). Una de las principales contribuciones de PEIRCE fue, en este sentido, demostrar que la racionalidad no se reduce a la deducción, sino que incluye también la inducción y la abducción (DEBROCK 1998). Es más, la inferencia abductiva tiene una especial importancia para el método científico en la medida en que es la única que introduce ideas nuevas en la ciencia y constituye, por tanto, la base lógica de la creatividad científica. La abducción es considerada así, junto con la deducción y la inducción, como tipos de inferencias o razonamientos que constituyen tres estadios interdependientes de la investigación científica: ésta comienza con hipótesis inferidas abductivamente, sigue con implicaciones inferidas deductivamente de esas hipótesis, y concluye con la contrastación empírica, inferida inductivamente, de estas implicaciones. Mientras la inducción (y la deducción) responden a una lógica científica de la comprobación, la abducción responde a una lógica del descubrimiento científico (HOFFMANN 1998)25). [52]

La debilidad no es, sin embargo, el principal problema que plantea la inferencia abductiva, sino que más problemática aún parece la cuestión de cómo se llega a formular una abducción. En este punto, PEIRCE no fue especialmente claro, haciendo referencia a un "flash del entendimiento" o atribuyendo la capacidad abductiva a un instinto adaptativo: surge de una necesidad (la de explicar hechos sorpresivos o inesperados) y depende de una capacidad desarrollada por los seres humanos y, en particular, por los científicos. Hacer depender la formulación de abducciones de un instinto parece contradecirse con su carácter de inferencia lógica. Sin embargo, PEIRCE no consideró que fuera necesario formalizar un procedimiento para formular abducciones y, por lo tanto, tampoco consideró esta cuestión como un problema. De hecho, los intentos posteriores por alcanzar esta formalización no han dado resultados muy alentadores. La formalización de la creatividad científica no sólo es extremadamente difícil y puede llegar a ser contraproducente, sino que para PEIRCE también es algo innecesario en la medida en que no compromete su carácter lógico. [53]

PEIRCE no estableció procedimientos para formular abducciones, pero sí criterios para distinguir una buena de una mala abducción, lo cual puede entenderse como una guía pragmática para su formulación. En concreto, señala tres criterios: la necesidad de que la abducción plantee ideas o explicaciones realmente "nuevas"; la necesidad de que puedan derivarse de las hipótesis predicciones contrastables empíricamente; y la necesidad de que las hipótesis planteadas se ajusten o adecuen al contexto socio-histórico en el que surgen. La primera de las condiciones nos previene de las falsas abducciones, es decir, de aquellas que en sentido estricto lo que plantean es una deducción encubierta, en el sentido de estar basadas en una analogía de propiedades (DEBROCK 1998). La segunda condición incide en la posición de la abducción dentro del proceso de investigación científica: para que la abducción sea el motor de la investigación científica, debe permitir la derivación por deducción de predicciones contrastables empíricamente (SANTAELLA 1998). Por último, la tercera condición alude a la intersubjetividad científica como criterio que permite establecer el conjunto de abducciones posibles (HOFFMANN 1998). [54]

En la medida en que las interpretaciones sociológicas del discurso adoptan la forma lógica de una abducción, ofrecen una explicación del discurso que lo ve como indicio o síntoma de fenómenos sociales más amplios. En este sentido, se asemeja al razonamiento detectivesco, cuando interpreta determinados hechos como pistas que permiten reconstruir el curso de los acontecimientos (ALONSO 1998). También presenta semejanzas con el razonamiento médico cuando infiere de determinados síntomas la presencia de enfermedades26). La abducción tiene la función de devolver la racionalidad al mundo, perdida o puesta en entredicho por la presencia de un hecho sorpresivo o inesperado. Pero al hacerlo también contribuye a nuestro conocimiento del mundo, revelando o poniendo de manifiesto aspectos del mismo hasta entonces desconsiderados. La sorpresa no es la consecuencia de un defecto o una anomalía en el quehacer científico, sino que, por el contrario, constituye la base del descubrimiento científico. La metodología cualitativa genera las condiciones para que surja lo inesperado en el discurso: en tanto metodología abierta y flexible, propicia la manifestación de lo implícito y lo emergente. La interpretación sociológica del discurso, como aplicación de la lógica abductiva, nos provee de instrumentos para afrontar científicamente lo inesperado. [55]

5. La práctica del análisis: un ejemplo

En la práctica, el análisis sociológico de discursos se realiza de manera simultánea en los tres niveles descritos (textual, contextual e interpretativo), en un continuo ir y venir de uno a otro, hasta alcanzar los objetivos planteados en la investigación. Para explicar mejor esta práctica de análisis, en este apartado se presenta a modo de ejemplo y de manera resumida algunos aspectos del análisis de un fragmento textual27). No obstante, hay que aclarar que el análisis sociológico sólo se centra en fragmentos textuales en una fase avanzada del mismo. En un primer momento, el sociólogo realiza una lectura completa de las transcripciones literales y de las notas de análisis, con objeto de comprender el sentido de los discursos en su conjunto. Sólo tras esta primera lectura reposada y completa de las transcripciones, se procede a la fragmentación del texto que, lógicamente, se realiza en función de esta primera comprensión de los textos y los contextos, así como de los objetivos que llevaron a realizar la investigación. [56]

El fragmento textual cuyo análisis se presenta en este apartado corresponde a la transcripción de un grupo de discusión con trabajadoras manuales de cooperativas de un pueblo del poniente almeriense28). A los grupos se les planteó en su inicio el tema de "La inmigración", focalizándose progresivamente el mismo hacia las cuestiones que interesaban a la investigación. La duración de los grupos fue variable entre los 70 y los 100 minutos aproximadamente. El grupo del que se ha extraído el fragmento tuvo una duración de 78 minutos y el fragmento seleccionado corresponde a una parte central de la reunión, en torno a los 35 minutos desde su inicio. El fragmento es el siguiente:

M1: Yo ..., mi esteticista ..., ella ..., Las moras van con unas cejas de aquí hasta aquí ¿no? Van con un bigote hasta aquí. Pues ellas se tienen que pelar el chocho. (Risas)

M2: Su marido se lo exige.

M3: Sí, es verdad.

M2: Su marido se lo exige. Eso pelado.

M4: ¿Si?

M2: Sí.

M1: Eso pelado. Para que tú veas si son racistas. ¡Eh! Para que tú veas si son racistas. No se puede arreglar unas cejas y se tiene que pelar el chocho. Anda y te lo comes con pelos.

(Risas) [57]

En este fragmento intervienen cuatro mujeres del grupo. Una de ellas (M1) tiene un papel central, comentando las supuestas costumbres estéticas e higiénicas de las marroquíes, a las que se refiere como las moras. Las otras tres hacen de coro, dos de ellas corroborando con comentarios lo expresado por la primera (M2 y M3) y una tercera (M4) que se muestra sorprendida por estas costumbres. Ahora bien, incluso esta última refuerza con su comentario el argumento expuesto por la primera, ya que al expresar sorpresa está reafirmando el carácter relevante por insólito de lo comentado. Una de las características más significativas del discurso del grupo de discusión del que se ha extraído el fragmento presentado, es la unanimidad espontánea y casi inmediata que durante toda la reunión mantienen las participantes, lo que indica un discurso monolítico y sin fisuras, en el que apenas se producen discusiones ni controversias, que muestra un alto grado de consenso entre las participantes en torno al tema propuesto (la inmigración, los inmigrantes). El tono general de la conversación es distendido y de burla hacia los inmigrantes de origen marroquí. Las risas con las que se cierra este fragmento indican el carácter extraño y ridículo que se atribuye a las costumbres de las moras, así como el acuerdo general del grupo con este comentario. [58]

El fragmento fue codificado como una crítica a los inmigrantes de origen marroquí, con un matiz despectivo o insultante. Ahora bien, una lectura atenta del fragmento, nos lleva a codificar una doble crítica: por un lado se critica el supuesto machismo de los moros, pero por otro lado se critica también de manera implícita la supuesta sumisión de las moras. La base argumental es la interpretación por parte de las participantes en el grupo de las costumbres higiénicas y estéticas de las moras como una imposición de sus maridos o parejas. Se trata, por tanto, de críticas despectivas dirigidas específicamente a los inmigrantes de cultura musulmana. [59]

Las críticas a los inmigrantes pueden ser interpretadas como un síntoma de rechazo a los mismos (racismo y/o xenofobia), con el agravante de su carácter despectivo y de la unanimidad mostrada por el grupo en esta crítica. Aún más, las críticas despectivas surgidas en este grupo pueden ser interpretadas como un síntoma de la existencia de actitudes de rechazo, tanto en el medio social en el que se ha formado el grupo (pequeño pueblo del poniente almeriense), como en el grupo social al que pertenecen las participantes (trabajadoras poco cualificadas, de mediana edad y bajo nivel educativo). [60]

En la mayoría de los grupos de discusión realizados, abundan las referencias críticas a los inmigrantes. Sólo en dos de ellos no se produce ninguna alusión despectiva, pero en todos encontramos en mayor o menor medida alusiones críticas. En el grupo del que se ha extraído el fragmento comentado, se encontraron un total de 46 alusiones despectivas a los inmigrantes, de las cuales 35 están referidas a los inmigrantes musulmanes en particular. Esta mayor frecuencia de las alusiones despectivas a los inmigrantes musulmanes se debe, en parte, a la propia dinámica grupal propuesta por el moderador del grupo, ya que la progresiva focalización del tema hacia los inmigrantes musulmanes hizo que, a partir de los 25 minutos desde su inicio, la conversación se centrara casi exclusivamente en ellos. Se trata, por tanto, de uno del os grupos de discusión en los que aparecen una mayor cantidad de alusiones despectivas a los inmigrantes en general y a los musulmanes en particular, si bien en otros dos de los grupos realizados las encontramos aún en mayor número. [61]

Como decimos el fragmento fue codificado como una doble alusión crítico- despectiva a los inmigrantes musulmanes, en relación con sus costumbres estéticas e higiénicas: al supuesto machismo de los hombres y a la supuesta sumisión de las mujeres. Ahora bien, una lectura detenida revela la existencia de una tercera alusión crítica a los inmigrantes musulmanes que se refiere a su supuesto racismo. En efecto, en su intervención final M1 se refiere al racismo de los moros ("Para que tú veas si son racistas"), en lo que parece ser una confusión: parece que quiere decir "machista", ya que es el término que se corresponde con la argumentación presentada, mientras que lo comentado no parece tener ninguna relación con el "racismo". La confusión tendría su origen en una traslación metonímica del significado: "racismo" y "machismo" pertenecen a una misma categoría de actitudes reprobadas o mal vistas socialmente. [62]

Sin embargo, hay elementos contextuales que nos hacen sospechar que no hay tal confusión por proximidad, sino que más bien hay un estiramiento conceptual: en realidad quiere decir "racista", aunque este calificativo no se corresponda con la crítica expresada a las costumbres estéticas de las moras. Hay razones contextuales para pensar que el desplazamiento metonímico no es producto de una confusión, sino más bien de una estrategia argumental, en la medida en que lo que interesa demostrar es el racismo de los inmigrantes musulmanes. [63]

En primer lugar, hay que tener en cuenta la actitud defensiva adoptada por el grupo ante el tema propuesto por el moderador. Así, en un primer momento, el discurso del grupo se plantea en términos muy moderados, con apenas algunas críticas genéricas a la abundancia de inmigrantes y a su crecimiento en los últimos años. Progresivamente, el discurso del grupo se va radicalizando, con alusiones cada vez más críticas y la aparición de referencias despectivas y/o insultantes, de las que el fragmento seleccionado sería una muestra. Esta actitud defensiva es muy probable que se deba al modo cómo las participantes en el grupo interpretan la reunión y el tema propuesto, en el sentido de que el haberlas reunido para hablar de inmigración constituye una acusación implícita de racismo. En este sentido, el brote racista que tuvo lugar en 2000 en una localidad cercana, que fue noticia de ámbito nacional y al que se refieren al final de la reunión de manera explícita, es otro factor que hizo aumentar el recelo o la susceptibilidad, en el sentido de que los residentes en la zona perciben que son acusados permanentemente por aquellos hechos. [64]

Ante esta percepción de una acusación velada de racismo, las participantes en el grupo desarrollan en un primer momento una estrategia de ocultamiento (moderación de las opiniones), pero conforme avanza la reunión el rechazo hacia los inmigrantes en general y hacia los de origen musulmán en particular, se hace ostensible. El discurso del grupo conversa con (o responde a) el discurso dominante en la sociedad que condena el racismo (intertextualidad), que no ha sido planteado explícitamente, pero que implícitamente se asocia al propósito de la reunión y a la pregunta formulada por el moderador. [65]

Después de un primer momento de ocultación, el grupo deriva en un discurso hacia la contra-argumentación. Ya no se trata de negar el propio rechazo a los inmigrantes, sino de explicarlo o justificarlo. Así, en el grupo se plantea como argumento la inversión por exageración: se invierten los términos utilizando para ello la exageración y generalización de supuestos casos concretos. Por ejemplo, se afirma que los españoles estamos discriminados en el acceso a los recursos públicos frente a los inmigrantes. No sólo es que no haya discriminación a los inmigrantes sino que, por el contrario, éstos gozarían de privilegios en el uso de los servicios públicos. Otro ejemplo de este tipo de argumentos que aparece en la mayoría de los grupos realizados, es el que afirma que los inmigrantes son más racistas que nosotros. Este supuesto mayor racismo de los inmigrantes, en cierto sentido, disculparía y justificaría el nuestro. En relación con este segundo tipo de argumento que se desarrolla como respuesta a la acusación de racismo, es dónde se muestra la alusión al racismo de los musulmanes del fragmento analizado como un estiramiento conceptual. Ante el interés por demostrar este racismo y la dificultad para encontrar pruebas del mismo, los argumentos se fuerzan. No es que quiera decir machista y, por confusión, diga racista, sino que quiere decir racista aunque no haya una relación directa de este calificativo con la crítica expuesta: se desplaza metonímicamente el significado para hacerlo coincidir con el argumento que interesa sostener, aunque para ello el argumento se haga insostenible y casi incomprensible. De esta manera, el fragmento analizado muestra la dificultad que encuentra el grupo para defender el supuesto racismo de los inmigrantes musulmanes, pero también que pese a esta dificultad se desarrollan estrategias discursivas para mantenerlo. por lo tanto, el fragmento analizado contiene tres alusiones críticas a los inmigrantes musulmanes: al supuesto machismo de ellos, a la supuesta sumisión de ellas y al supuesto racismo de ambos. [66]

El análisis presentado nos permite formular por lo tanto varias conjeturas interpretativas, que se plantean no tanto como evidencias empíricas (lógica de la contrastación de hipótesis), sino como indicios de realidades y procesos sociales subyacentes, que explican los discursos recogidos (lógica de la formulación de hipótesis). Estas conjeturas serán revisadas y contrastadas en el proceso de análisis, esto es, en comparación con el análisis de otros fragmentos textuales y como parte del análisis conjunto de las transcripciones. En concreto, se pueden señalar cuatro conjeturas interpretativas del análisis de este fragmento textual:

6. Discusión

En la introducción se planteaban dos preguntas: ¿qué comparten las distintas aproximaciones analíticas al discurso desde la sociología, más allá de su aparente diversidad? y; ¿qué diferencia esta aproximación sociológica de otras aproximaciones analíticas? Lo que se sostiene en este artículo es que lo que comparten entre sí es precisamente lo que les diferencia de las demás, a saber: a) su carácter ecléctico, en el sentido de la utilización conjunta y articulada de métodos de diversa procedencia y calado analítico; b) el tipo de interpretación que propone, esto es, la conexión del discurso con realidades sociales más amplias. [68]

Las distintas formas de análisis textual y contextual forman parte del análisis sociológico del discurso, pero no son en sí mismas análisis sociológicos, ya que lo que distingue a éstos de otras aproximaciones al discurso es el tipo de interpretación que proponen. Los sociólogos recurrimos frecuentemente a distintos procedimientos de análisis textual y contextual. Sin embargo, dentro de nuestros planteamientos, éstos sólo son partes o fases intermedias de nuestros análisis que consisten en ofrecer una interpretación que conecte los discursos analizados con el contexto social en el han surgido y en el que circulan. [69]

En ocasiones, se presentan como análisis sociológicos del discurso lo que son exclusivamente análisis textuales o contextuales. En estos casos lo que se plantea de manera implícita es una interpretación sociológica del discurso que se derivaría de manera directa o inmediata del análisis textual o contextual presentado. Su formulación no difiere sustancialmente del análisis sociológico tal y como aquí se defiende. El problema es que al plantear el salto interpretativo de una manera implícita se impide, o al menos se dificulta, su crítica. Además, el análisis sociológico del discurso se basa en la combinación de diversas técnicas y procedimientos de análisis tanto textual como contextual, como un modo para aumentar la fiabilidad de las interpretaciones. Por ello, las interpretaciones sociológicas del discurso formuladas en base a un único procedimiento de análisis son, cuanto menos, aventuradas29). [70]

La validez de las interpretaciones sociológicas del discurso deriva de un criterio de intersubjetividad: una vez examinados los materiales de análisis producidos, el salto interpretativo debe ser considerado como válido por cualquier persona que lo evalúe de manera crítica. Sólo cumpliendo este requisito de intersubjetividad, el análisis del discurso puede alcanzar el objetivo que se plantea, esto es, mejorar nuestra comprensión y aumentar nuestro conocimiento de los fenómenos sociales. Por ello es tan importante que el salto interpretativo sea formulado de manera explícita. Y por ello también es importante la explicación de las lógicas en que están basadas estas interpretaciones, ya que al ser estas lógicas poco habituales suelen ser también poco conocidas y problemáticamente reconocidas. [71]

Agradecimientos

En este artículo se exponen los criterios y presupuestos teóricos del análisis del discurso, en base a la experiencia del autor en esta práctica de investigación en la Unidad Cualitativa del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA/CSIC). En este sentido, el texto expuesto es deudor del trabajo en equipo realizado por su autor con sus compañeros en esta Unidad: Ángel RAMÍREZ, José Antonio CERRILLO y Luís RODRÍGUEZ-MORCILLO. Asimismo, el autor quiere expresar su agradecimiento a Fernando AGUIAR, cuyos valiosos comentarios y críticas han contribuido a mejorar el texto presentado.

Notas

1) Los trabajos publicados en los últimos años por FQS sobre el análisis del discurso reflejan esta diversidad de enfoques. Así, encontramos artículos y reseñas sobre el análisis de contenido (SPANNAGEL, GLÄSER-ZIKUDA & SCHROEDER 2005; MAYRING 2000; FAUX 2000), el análisis del discurso automático (HELSLOOT & HAK 2007), la teoría fundamentada (MERLINO & MARTÍNEZ 2006; KELLE 2005) el análisis del discurso Foucaultiano (ROMÁN BRUGNOLI 2007; AMIGOT LEACHE 2007), el análisis crítico del discurso (KENDALL 2007; DIRKS 2006),el análisis conversacional (ASHMORE & REED 2000; HAVE 2006; BERKENBUSCH 2009), el análisis visual interpretativo (SCHNETTLER & RAAB 2008). Incluso encontramos artículos en los que se plantean síntesis conciliadoras de distintos enfoques, como es el análisis del posicionamiento respecto del análisis crítico del discurso y el análisis conversacional (KOROBOV 2001). Desde nuestro punto de vista, esta diversidad de enfoques, lejos de constituir un problema, muestra la riqueza y las posibilidades del análisis del discurso para la sociología. <regresar>

2) No cuesta mucho reconocer la existencia de análisis sociológicos del discurso, escasamente rigurosos, insuficientemente fundamentados o, incluso, claramente abusivos. En este sentido, una interesante revisión y crítica de estas prácticas de análisis poco rigurosas la encontramos en ANTAKI, BILLIG, EDWARDS y POTTER (2003). Sin embargo, parece injustificado extender esta crítica a la mayoría de los análisis del discurso que realizamos los sociólogos, ni siquiera a una parte significativa de los mismos. <regresar>

3) Por ejemplo, los análisis de Roland BARTHES sobre la alimentación como discurso son ya clásicos. Para una revisión crítica de estos análisis puede consultase ALONSO (2005). <regresar>

4) Este planteamiento del análisis sociológico del discurso en niveles es similar al propuesto por ALONSO (1998). No obstante, presenta algunas diferencias importantes. Por un lado, los dos primeros niveles considerados por este autor, el informativo y el estructural, son englobados en nuestro planteamiento dentro de un primer nivel textual. Por otro lado, se distingue un segundo nivel contextual que en planteamiento de ALONSO es contemplado de manera integrada en el tercer nivel, el estrictamente sociológico o interpretativo. Pese a todo, son mayores las coincidencias que las discrepancias entre uno y otro enfoque, en particular en lo que se refiere a dos cuestiones fundamentales: la consideración de los niveles informativo y estructural del análisis como insuficientes, o sólo complementarios dentro del análisis sociológico; y la consideración de la interpretación sociológica como el elemento distintivo o específico de este análisis sociológico. <regresar>

5) Para una revisión más detallada de las técnicas de análisis de contenido se puede consultar NAVARRO y DÍAZ (1994) y ANDREU (2002). <regresar>

6) En GLASER y STRAUSS (1967) encontramos los principales principios y procedimientos de la teoría fundamentada. En GLASER (1992) se ofrece una revisión y actualización de la teoría fundamentada. También se pueden consultar VALLES (2000) y ANDREU, GARCÍA-NIETO y PÉREZ CORBACHO (2007). <regresar>

7) Aunque en ocasiones podamos encontrar los términos textual y literal como sinónimos, los sentidos latentes de los discursos muestran una diferencia fundamental: los textos pueden incluir sentidos, de hecho suelen incluirlos, distintos o incluso contrarios a su literalidad. <regresar>

8) Esta atención a la estructura textual supone, sobre todo, una mayor consideración del contexto en el que se encuentran los "fragmentos" textuales. Cuando se habla de contexto, en este sentido, se hace alusión a las relaciones entre los distintos elementos del texto y a una cierta consideración del texto en su globalidad. Aquí se trata, por tanto, de un contexto intratextual (plano del enunciado), mientras que otros "contextos" son considerados en otros niveles de análisis: el contexto intertextual y el contexto situacional son considerados, dentro de nuestro planteamiento, en un segundo nivel contextual (plano de la enunciación); y el contexto social más amplio es considerado en el tercer nivel de análisis estrictamente sociológico (plano de la interpretación sociológica). <regresar>

9) Para una revisión de la aplicación de la teoría de redes al análisis textual del discurso puede consultarse LOZARES, VERD, MARTÍ y LÓPEZ (2003). Especial interés para el análisis sociológico tiene la llamada Teoría en la Argumentación (ANSCOMBRE & DUCROT 1994). Aplicaciones prácticas de esta teoría las encontramos en MARTÍ (2006). <regresar>

10) Para realizar el análisis semiótico estructural contamos con diversas técnicas o procedimientos, en su mayor parte derivadas de la lingüística y, en concreto, de la lingüística estructural. Una interesante revisión de las técnicas de análisis semiótico se encuentra en ABRIL (1994). <regresar>

11) Una revisión de las principales críticas al análisis semiótico estructural la encontramos en ALONSO y CALLEJO (1999). <regresar>

12) Podemos también hablar de un contexto intratextual como la unidad mayor del texto de la que un elemento del mismo es parte. No obstante, a este contexto se atiende dentro del análisis textual, por lo que nos hemos referido a él anteriormente, al comentar la contribución de las perspectivas cualitativas del análisis de contenido en relación con la necesidad de contextualizar dicho análisis. <regresar>

13) El análisis de las posiciones discursivas presenta también algunas limitaciones que afectan fundamentalmente al análisis de los discursos colectivos o grupales. Así, el análisis de posiciones discursivas adoptadas dentro de un grupo de discusión no puede entenderse como una atomización de los discursos que facilite su manejo analítico. Por ejemplo, no podemos hablar del discurso de las mujeres dentro de un conjunto de grupos de discusión mixtos. Para captar el discurso de las mujeres respecto de un determinado tema deberíamos realizar grupos de discusión diferenciados por sexos, con objeto de obtener distintos discursos y compararlos. Dicho de otro modo, no es lo mismo la posición discursiva adoptada por las mujeres en un grupo de discusión mixto sobre un determinado tema, que el discurso de las mujeres sobre ese mismo tema. <regresar>

14) Las entrevistas o los grupos de discusión pueden entenderse, en este sentido, como situaciones de intercambio comunicativo reguladas o definidas por el investigador social. <regresar>

15) Si esto es así para las situaciones formales establecidas en el marco de la investigación social, tanto mayor será para las situaciones más informales en las que los sujetos producen discursos de manera cotidiana. <regresar>

16) Este carácter dialógico de la situación en la que se produce el discurso es más claro y más potente en el caso de las situaciones en las que es posible el feedback comunicativo entre los distintos sujetos implicados, como es el caso, por ejemplo, de las conversaciones cara a cara. No obstante, caracteriza a todas las situaciones en las que se produce discurso, incluso los monólogos, en la producción escrita de un artículo de opinión o en el discurso publicitario, discursos producidos todos ellos en situaciones en las que pudiera parecer que el discurso obedece exclusivamente a la voluntad discrecional de un emisor. El carácter dialógico de la situación es común a toda producción discursiva excepto, quizás, algunas realizadas por personas con graves problemas psiquiátricos. <regresar>

17) Una interesante y completa revisión de los procedimientos y principios del análisis conversacional lo encontramos en GALLARDO-PAÚLS (1996). También puede consultarse ANTAKI y DÍAZ (2003), LEVINSON (2004) y TUSÓN (1997). <regresar>

18) En el siguiente apartado volveremos sobre esta interpretación ideológica del discurso característica del Análisis Crítico del Discurso (ACD), del que FAIRCLOUGH es uno de sus principales representantes. <regresar>

19) Una interesante reflexión sobre las relaciones entre conocimiento, ideología y discurso la encontramos en VAN DIJK (2005). <regresar>

20) La inducción, en sentido estricto, consiste en la comprobación de las predicciones derivadas deductivamente de la teoría. No obstante, esta inducción entendida como generalización, "inducimos cuando generalizamos a partir de un número de casos que algo es verdadero, infiriendo que lo mismo es verdadero para toda la clase" (SANTAELLA 1998, p.6), no difiere sustancialmente de la comprobación de una predicción teórica. En efecto, las generalizaciones están basadas, en su formulación, en nuestras concepciones teóricas previas, que son las que orientan nuestro interés hacia determinada información contenida en el discurso. En este sentido, no serían más que una aceptación provisional de una premisa teórica, mientras no aparezca evidencia empírica en contra. <regresar>

21) Esta característica del muestreo del discurso social y en general de la investigación social cualitativa, ha sido abordada de manera muy clarificadora por SACKS (2000), estableciendo una analogía con el estudio de la gramática: analizando cómo utiliza la lengua un individuo podemos conocer de manera amplia y certera las reglas gramáticas de esa lengua. La cuestión no estaría tanto en acumular evidencia empírica, cuanto en detectar individuos que por su particular uso de la lengua puedan presentar variaciones en cuanto a las reglas gramáticas que actualiza en su habla. <regresar>

22) Podemos hablar, por lo tanto, de dos tipos de resultados no esperados o no previstos en el análisis sociológico del discurso: aquellos que amplían nuestro conocimiento de la realidad social y aquellos que modifican nuestra visión o concepción de la misma, es decir, nuestras teorías de lo real. <regresar>

23) En la séptima y última de las lecciones de Harvard, impartida el 14 de mayo de 1903, PEIRCE formula la forma de la inferencia abductiva en los siguientes términos: "se observa el hecho sorprendente C; pero si A fuese verdadero, C sería una cosa corriente; luego hay razones para sospechar que A es verdadero" (PEIRCE 1903, p.189). <regresar>

24) En esta misma lección sostiene que

"la abducción es una inferencia lógica que asevera su conclusión sólo problemática o conjeturalmente, es verdad, pero que no obstante, tiene una forma lógica perfectamente definida (…) Sólo en la deducción donde no hay diferencia entre un argumento válido y un argumento fuerte (…) Un argumento no deja de ser lógico por ser débil, con tal de que no aspire a una fuerza que no posee" (PEIRCE 1903, p.192).

Los recelos que genera la interpretación sociológica del discurso pueden entenderse como una consecuencia del salto o discontinuidad que supone este carácter abductivo: la interpretación sociológica dice "algo más" que, o va "más allá" de, lo contenido en el discurso, pero por eso mismo lo plantea de una manera débil, como hipótesis o conjetura. <regresar>

25) No obstante, la inducción en el análisis sociológico del discurso responde también más a una lógica del descubrimiento que a una lógica de la comprobación. <regresar>

26) Este tipo de razonamiento que interpreta determinados hechos como síntomas, ha sido popularizado recientemente por la serie televisiva House, en la que se presentan los casos abordados por una unidad hospitalaria especializada en el diagnóstico problemático. Estos casos presentan todos los ingredientes de la abducción: un hecho sorpresivo bajo la forma de una enfermedad de difícil diagnóstico; el salto "interpretativo" de los diagnósticos formulados a partir de los síntomas manifestados por los pacientes; y la comprobación o contrastación empírica de los diagnósticos formulados abductiva o hipotéticamente, mediante diversas pruebas médicas. Nos ofrece así un buen ejemplo del pensamiento abductivo como razonamiento tentativo, que opera por sucesión de intentos, que orienta y requiere la continua comprobación empírica y el progresivo afinamiento de las hipótesis formuladas hasta alcanzar una explicación plausible del hecho sorpresivo. <regresar>

27) Para los lectores interesados en ejemplos más elaborados del análisis sociológico de discurso podemos remitir por ejemplo a distintas publicaciones de CONDE (1999, 2002, 2007). <regresar>

28) Dicho grupo es uno de los once de un estudio realizado por el IESA-CSIC por encargo de la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración, sobre percepción y actitudes hacia el Islam y los musulmanes en España. El trabajo de campo se realizó entre diciembre de 2007 y enero de 2008, mientras que el análisis y la redacción de informes se prolongó de febrero a mayo de este mismo año. <regresar>

29) El caso del frame analysis es ilustrativo en este sentido, ya que es muy frecuente que de los marcos comunicativos situacionales se derive una interpretación ideológica, es decir, la presencia de ideológicas sostenidas por los sujetos implicados en las mismas. Nada que objetar a este tipo de análisis, siempre y cuando se explicite y justifique el salto interpretativo realizado. <regresar>

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Autor

Jorge RUIZ RUIZ es licenciado en sociología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Premio Complutense de Investigación en el año 1992. Inicia su carrera profesional el 1993 una empresa propia, Caleidoscopia Investigación Social S.L., y posteriormente colabora con distintas empresas e instituciones en investigaciones sociales y de mercado. Desde el año 2002, es técnico del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC), especializado en técnicas cualitativas de investigación. Su labor investigadora se ha centrado preferentemente en la realidad y los problemas de la juventud, así como en la utilización y desarrollo de la metodología cualitativa.

Contacto:

Jorge Ruiz Ruiz

Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA/CSIC)
Campo Santo de los Mártires, 7
14004 Córdoba, España

E-mail: jruiz@iesa.csic.es

Cita

Ruiz Ruiz, Jorge (2009). Análisis sociológico del discurso: métodos y lógicas [71 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 10(2), Art. 26, http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs0902263.

Revised 9/2009

Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research (FQS)

ISSN 1438-5627

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