Volumen 6, No. 3, Art. 8 – Septiembre 2005

El análisis retórico/hermeneútico de textos relacionados al consumo del alcohol

Karen Cronick

Resumen: En este trabajo analizo 11 entrevistas con personas relacionadas de alguna manera con el consumo de alcohol. Todos los participantes son habitantes de una comunidad venezolana, San Antonio de los Altos. Los he escogido por la variedad de posturas que tienen con relación al alcohol y por la forma en que se relacionan con su comunidad, siempre a través de esta sustancia. Empleo un análisis retórico y hermenéutico para crear nuevos textos en el sentido de BURKE y BILLIG. Concluyo con una breve reflexión sobre como las varias formas de relacionarse con el alcohol se encuentran en el mundo de vida (HABERMAS). Cambios en esta relación parecen pasar por el acceso a nuevos modelos en dicho mundo.

Palabras clave: retórica, interpretación, alcohol

Índice

1. Introducción

2. San Antonio de los Altos: El contexto

2.1 Un breve resumen de la historia de San Antonio de los Altos

2.2 El consumo de alcohol en la actualidad en San Antonio de los Altos

3. Ciertos discursos inter-relacionados sobre el consumo de alcohol

3.1 El método de análisis retórico de textos

3.2 La relación entre los bebedores y la comunidad

3.3 Las relaciones personales con el alcohol

3.3.1 Los bebedores fuertes

3.3.2 Las mujeres que cuidan a los que "siempre toman"

4. Comentarios finales

Notas

Referencias

Autora

Cita

 

1. Introducción1)

Tanto el análisis retórico como en análisis hermenéutico se desarrollan sobre bases interpretativas. En este artículo interpreto textos que provienen de entrevistas hechas con personas que tienen algo que decir sobre sus experiencias con el alcohol (bebedores o no). Para este trabajo las entrevistas constituyen el texto básico con respecto al alcohol – como objeto que se construye socialmente – sobre el cual he construido un segundo texto a través de mis esfuerzos interpretativos. La identificación de las figuras y tropos usados por los entrevistados, y los demás elementos persuasivos de índole retórica, constituyen mi medio de acceso al primer texto, es decir, lo que me dijeron los entrevistados. [1]

He adoptado el tema del consumo etílico porque integra muchos tipos de dilemas. Uno de ellos es el modelo empleado para construir conocimientos alrededor de dicho consumo (enfermedad, vicio, diversión, relajación). Otro dilema puede encontrarse en el variado menú de costumbres asociado con dicho consumo; este menú le sirve al sujeto para construir sus propios hábitos. Por ejemplo, el sujeto puede abstenerse de cualquier consumo, tomar "socialmente", jugar el papel de alegre borrachín o sumirse en las tinieblas tras la pérdida de la conciencia2). Además el sujeto puede usar el discurso sobre el alcohol para lograr otros fines; puede adoptar el papel del agente del orden público que encarcela a los ebrios por la noche, puede "curarlos" como hacen los médicos y los psiquiatras o puede usar sus propios hábitos de consumo para controlar los proyectos de los demás. [2]

Finalmente el discurso sobre el uso del alcohol contiene el problema de la agencia como una incógnita primordial. Así, la Akrasia aparece en el fenómeno de la adicción, en el abandono de la responsabilidad3) y en el mecanismo que extiende el rango de lo permitido (la práctica de la fiesta). Por otro lado, la agencia aparece en el control de la sustancia, tanto en el sentido existencial (puedo controlar mi consumo) como en el administrativo y civil (los ebrios son encarcelados y remitidos a hospitales). Y por último, la agencia aparece en la decisión dramática que toman algunos adictos al escoger entre un impulso vital (Eros) y otro de destrucción (Tanatos). Esta determinación involucra uno de los dilemas más arduos que alguna vez los sujetos hayan tenido que confrontar. [3]

Necesariamente tenemos que concluir que el mundo de vida (HABERMAS, 1970 a y b, 1987 a y b) SCHÜTZ, 1993) contiene la posibilidad de la Akrasia, el autoengaño y las demás manifestaciones de la "irracionalidad". Podríamos decir que éstas existen como "opciones" estructurales en el mundo de vida. En nuestras entrevistas, las personas dan explicaciones de su propia ebriedad y de la de los demás. La borrachera aparece como una condición social identificable y conocida la cual está vinculada sistemáticamente a razones explicativas. LE VOT-IFRAH (1989) y LE VOT-IFRAH y DELAINE (1989) ya habían propuesto que la ebriedad era un recurso social. Las personas viven dentro de una cultura que les ofrece modelos de embriaguez, pero los sujetos sociales no son los instrumentos pasivos de esta cultura. Esto se debe a que cada uno se "actualiza" en términos propios, como dijeron LE VOT-IFRAH y DELAINE, dentro de los límites impuestos estructuralmente "desde afuera"; es decir "Chacun peut choisir sa voie" (p.22). [4]

Nos interesa meditar sobre cómo los sujetos que han participado en este estudio han utilizado los ingredientes de sus discursos, es decir, los estereotipos, los modelos, etc., los cuales hemos ubicado en la categoría de "razones". Por ejemplo, tanto las nociones de la enfermedad y de la sociología del aprendizaje4), como la del vicio y de la brujería son "explicaciones" de la ebriedad crónica para los sujetos. [5]

He empleado un método cuasi-etnográfico para dar un contexto social a las entrevistas que analizo (para los propósitos de este informe he cambiado todos los nombres propios). Todas los textos proviene de grabaciones llevadas a cabo con personas que viven en San Antonio de los Altos, Estado Miranda, Venezuela. Luego de describir este escenario, analizo 11 entrevistas con personas escogidas para representar diferentes tipos de relación con el consumo etílico:

2. San Antonio de los Altos: El contexto

Haber ubicado los textos que analizo a continuación en su contexto geográfico no constituye una investigación etnográfica per se sobre una región en particular. El propósito de esta contextualización es proveer una estructura por medio de la cual puedo crear inter-relaciones entre los textos que provienen de las entrevistas. El contexto geográfico puede considerarse, entonces, como un mecanismo analítico, o aun un recurso retórico mío, para enfatizar una de mis conclusiones: las relaciones que las personas tienen con el alcohol no provienen sólo de su experiencia individual con esta sustancia, sino de su participación en el mundo de vida de su cultura. [7]

2.1 Un breve resumen de la historia de San Antonio de los Altos

En el Siglo XX, en la década del 50, con la puesta en funcionamiento de la carretera Panamericana, comienza a desarrollarse un paulatino proceso de urbanización en San Antonio de los Altos, con la llegada de familias provenientes principalmente de la ciudad de Caracas. Sin embargo, hace veinte años San Antonio de los Altos era todavía un pueblo circundado de sembradíos de legumbres y frutas en tierras labradas por emigrantes portugueses y por los descendientes de las cuarenta familias que fundaron el pueblo. El centro, y el punto más alto del pueblo, está la iglesia, mientras que la Plaza Bolívar, renovada en el comienzo de la década de los 90, es un sitio de encuentro para niños, jóvenes, amas de casa y los pobladores en general. Antes de esta renovación la plaza era un sitio desagradable en que los ebrios consumían cervezas y por el ambiente que creaban, impedían el acceso de otros usuarios. [8]

El Municipio, desde 1976, se ha caracterizado por la actividad de grupos de vecinos que se han preocupado por conservación ecológica y preservación del patrimonio histórico de la zona. La importancia que tiene estas preocupaciones para este análisis radica en que reflejan el sentido fundamental de comunidad que existe en la zona y el deseo de parte de muchos habitantes de preservar el ambiente – considerado generalmente como "saludable" – que distinguía a San Antonio antes del comienzo del desarrollo habitacional. Al mismo tiempo esta organización vecinal demuestra la preocupación que muchos vecinos sienten frente al desorden producido por el crecimiento desbordado. En la actualidad la población sobrepasa 130.000 habitantes (CENTRO DE APOYO INMOBILARIO, s.f.) [9]

2.2 El consumo de alcohol en la actualidad en San Antonio de los Altos

Es en este escenario que se ha dado el estudio actual sobre el consumo etílico. El consumo de alcohol siempre ha sido una actividad de importancia social, y en las fotos más antiguas del pueblo se destaca El Bar San Antonio, que colindaba con la Plaza Bolívar, y otros negocios dedicados al comercio de alcohol. Estas tabernas originales eran lugares de encuentro masculino, reducidos en tamaño y de uso local. Cuando los miembros de una familia deseaban buscar al padre o al hijo que libaba con los primos y amigos, enviaban a un hermano menor con el recado. Igualmente, cuando un padre o hermano se embriagaba, había familiares o amigos que se encargaban de asegurar que llegara a su casa. Todavía en la zona de San Antonio se encuentran algunos de estos bares vecinales. Por ejemplo, la Bodega de Gonzalo, una taberna a la cual unos cuantos clientes todavía llegan a caballo, también funciona como un centro de información en El Naranjo (un caserío que constituye parte de la zona global de San Antonio). El dueño es un personaje de influencia local: ha sido uno de los miembros de la junta de vecinos y su establecimiento funciona como un punto de referencia. Un taxista puede preguntar si su pasajero quiere llegar "más allá de la Bodega de Gonzalo", por ejemplo. Así mismo los vecinos pueden dejar recaudos con el dueño o pagar allí su cuota de la Asociación de Vecinos. [10]

Los clientes de la Bodega son vecinos locales que beben cerveza por largas horas mientras conversan y contemplan a las montañas circundantes, hasta que finalmente regresan, a veces tambaleantes, a sus casas. Son personas que viven en las casas adyacentes, o más abajo en un camino ciego, donde la mayoría de los vecinos se conocen entre sí. En días de fiesta, ha ocurrido que hombres que se han quedado en la acera, durmiendo después de haber consumido mucho alcohol, son llevados a sus casas por los vecinos, o son dejados para que se despierten luego. Sería inusitado llamar a la policía o buscar alguna solución institucional e impersonal para resolver este problema. Una vez un vecino de origen argentino-europeo llamó a la Policía Técnica Judicial (PTJ) para quejarse de que el dueño de la bodega estaba vendiendo alcohol subrepticiamente los domingos a pesar de una veda legal a dicho comercio. Los uniformados llegaron armados, y asustaron tanto al dueño como a los clientes, pero no arrestaron a nadie. Fue un acontecimiento muy comentado, y no ha vuelto a ocurrir. La venta escondida continua pero es más discreta. El dueño abre una pequeña puerta que entra a una despensa, y quienes compran cerveza son personas muy conocidas que se la llevan para consumirla en otra parte. [11]

Las mujeres frecuentan la bodega para comprar kerosene, velas, bombonas de gas, refrescos, chucherías y a veces cerveza para llevar a casa. Algunas mujeres, acompañadas de sus esposos, toman una o dos cervezas fuera del local donde se estacionan los autos, pero nunca entran. Hay una señora quien a veces se embriaga con cervezas compradas allí, sentada en un espacio apartado en el peldaño exterior de la bodega. Luego se va caminando a su casa. Ella proviene de una familia cuyos miembros masculinos son fuertes bebedores y, aunque ella sea objeto de chismes ocasionales en el vecindario, su conducta es tolerada. [12]

Esta imagen bucólica, aunque es parte de un patrimonio innegable, es incompleta. Los bares de los caseríos fuera del pueblo también son lugares de riñas, a veces violentas. Los hombres saben pelear con los lados planos de machetes para no producir lesiones graves en sus adversarios. En el pueblo de San Antonio de los Altos hay a veces riñas con botellas rotas o cuchillos. Sin embargo estas peleas violentas no resultan en decesos porque entre participantes y observadores hay un cierto acuerdo sobre el nivel tolerable de agresión. Hoy en día, debido al control de la policía, y a la paulatina conversión de las tabernas en restaurantes, estas riñas se han mitigado. Pero en su lugar, sobre todo en la Avenida Perimetral, la calle principal que conecta el pueblo de San Antonio con la Carretera Panamericana, hay un nuevo tipo de violencia, como robos, atracos ocasionales y la venta de drogas ilegales. En esta avenida hay un nuevo tipo de taberna también, sobre todo para servir a clientes "nuevos" de clase media. Sin embargo, San Antonio "todavía" es un pueblo "sano" en el sentido de ser relativamente "seguro" para una población suburbana. [13]

Hoy en día la Avenida Perimentral, y las calles inmediatamente adyacentes tienen nueve licorerías y siete supermercados y abastos que venden licor. No contamos los restaurantes, bares y lugares de venta ilegítima. A pesar de que, en el momento de hacer la investigación que conducía a este trabajo, había una ley municipal que prohibía la venta de alcohol después de las siete de la noche, los domingos y los días feriados, existía una licorería que hace ventas a domicilio después de la hora de la veda. Además las limitaciones sobre la venta a menores son esencialmente formalismos judiciales. Sin embargo, las autoridades municipales se han esforzado por suprimir las manifestaciones de ebriedad pública, por ejemplo, expulsando a los hombres embriagados de la Plaza Bolívar e imponiendo límites a una cantina que era especialmente ruidosa. Por eso, San Antonio de los Altos representa un pueblo contradictorio con respecto al consumo etílico. [14]

La zona cuenta con una Sección de Alcohólicos Anónimos (A.A.)5) y otra de Alanón, las cuales sirven a una población cuya asistencia es flotante, aunque normalmente de cuatro a seis personas asisten a las reuniones. Dice una de las psicólogas del servicio médico ambulatorio municipal que ella tiene pocos pacientes relacionados al alcoholismo, aunque hay madres o esposas que solicitan ayuda para un hijo o una hija o un cónyuge cuyos hábitos de consumo les preocupan. En la población adulta el patrón del hombre o hijo que abusa del alcohol y la mujer o hija que sufre las consecuencias es frecuente, pero entre los adolescentes, las muchachas consumen "igual que los varones". Sin embargo prevalece la naturaleza "machista" del consumo. La ebriedad femenina ocurre normalmente de manera escondida. Las mujeres toman en sus casas y como normalmente no crean escándalos públicos, no constituyen un problema administrativo. Sin embargo llegué a saber, por medio de comentarios hechos por los entrevistados, de varias señoras que toman en forma excesiva. No pude lograr entrevistas con estas personas porque ellas no aceptaban entrevistarse conmigo. [15]

3. Ciertos discursos inter-relacionados sobre el consumo de alcohol

3.1 El método de análisis retórico de textos

El uso de recursos tales como figuras o tropos está íntimamente relacionado con las intenciones que las personas tienen en el momento de usarlos. Igualmente, los sujetos eligen sus temas entre aquellos que conforman su mundo de vida y los dilemas que aparecen son parte de este mundo. Las figuras retóricas entran en el discurso "ordinario" porque las personas las utilizan sin conocerlas necesariamente como tales (es decir, como elementos formales del idioma). El pensamiento retórico es contingente con el mundo de vida que los individuos comparten entre sí. [16]

Sin embargo, el análisis retórico no se limita al uso de figuras o tropos. También podemos definir la retórica en términos aristotélicos, como lo han hecho PERELMAN y OLBRECHTS-TYTECA (1989), y enfatizar los elementos persuasivos que utiliza un l'influenceur, o inclusive los instrumentos lingüísticos que van más allá de la semántica y que forman parte de la práctica del "babble" en el sentido común (BILLIG, CONDOR, EDWARDS, GANE, MIDDLETON & RADLEY, 1988). Cuando varios de nuestros entrevistados me dijeron: "Inicialmente tomaba socialmente ..." emplearon una frase que pareciera no contener elementos retóricos, es decir, elementos extra-semánticos. Al relacionar la frase con el texto completo del discurso de la entrevista, vemos que nuestro interlocutor está preparando un argumento – que debe ser interpretado por su interlocutor – para demostrar que su alcoholismo se debe a la influencia de los demás y que él no es responsable de su condición. La repetición de este tipo de frase en varias entrevistas nos da una pista para identificar una regularidad analítica en el material examinado. [17]

Otro instrumento que ha sido útil es la noción de BURKE (1969b) del análisis retórico como una genealogía al revés6). En ella, la elaboración de etiquetas produce una sucesión particular de ideas que a su vez dan lugar a un "sujeto ... (a partir del cual) cualquier paso en la serie completa sería una propiedad, o expresión" (p.106). En este contexto el sujeto es un tema. Por otro lado los sujetos (como agentes) hacen referencia abreviada en su discurso a ciertos aspectos de la genealogía de tal manera que la palabra rebasa la semántica. Por ejemplo, una referencia al "vicio" trae consigo toda la historia del modelo ético/religioso del consumo excesivo. [18]

Algunos lectores podrían identificar mi método de análisis con alguna forma de post-estructuralismo porque supongo la existencia de una organización lingüística y de comprensión intersubjetivia entre los interlocutores. La posibilidad de la interpretación hermenéutica de un texto se basa en una presunción teórica: el intérprete comparte significados lingüísticos, culturales y históricos con su interlocutor y su labor le obliga entrar en el mundo de vida en que el texto original se produjo (GADAMER, 1993). Sin embargo, el interprete no puede hablar por su interlocutor, y su tarea no consiste en parafrasear el texto de éste, o inclusive en inventar un nuevo texto que podría haber dicho el primer autor. Se trata de un proceso abierto y cambiante. Si la interpretación es un diálogo, también es un proceso dialéctico de transformación, y el intérprete tiene que asumir la responsabilidad por su propio role en este proyecto. A partir de estos principios básicos que definen el campo analítico de este trabajo, podemos identificar, en general, tres aspectos retóricos de los discursos:

La creación de un texto hermenéutico tiene que ver con la interpretación de otro texto. Esto es, interpreto el contenido retórico de los textos para encontrar las intenciones de quienes han hablado conmigo, y de esta manera, creo un segundo texto. El sentido más tradicional de la interpretación hermenéutica se refiere a una técnica de interpretación con el propósito de aclarar el significado de pasajes bíblicos o jurídicos. Un ejemplo de este sentido puede encontrarse en las investigaciones sobre los orígenes del Viejo Testamento o sobre la aplicación de la Ley Laboral. [20]

La hermenéutica tiene aplicación formal en casos en que "se trata de dilucidar lo que de hecho se comprende o interpreta en el discurso ... más allá de los significados convencionales de las palabras ... de que puede dar cuenta la semántica" (HERRERA, 1990, p.172). La semántica está limitada porque excluye las expectativas, los estereotipos, la experiencia previa y, en general, la subjetividad de los interlocutores. HERRERA (1990) habla de la necesidad de contextualizar la interpretación hermenéutica de los textos por medio de conocimientos que nos permitan "situar" un texto dentro de los límites interpretativos tales como las divisiones históricas y geográficas (GADAMER, 1993). La "comprensión previa" (HERRERA, 1990, p.171) que tiene el intérprete es un instrumento que emplea en su tarea interpretativa, y constituye una exigencia "para entablar un diálogo fecundo" con el discurso. Por eso la interpretación se convierte en "un proceso formativo de construcción de significados" que se erige sobre los "modos de significar" que son compartidos entre el intérprete y su texto. [21]

El uso del alcohol es problemático justamente porque la ebriedad es una de las opciones en el mundo de vida. Por esta razón, los discursos sobre el consumo del alcohol pueden distinguirse cualitativamente de los discursos sobre el consumo de agua, refrescos o café. En lo que sigue, diferentes personas hablan del uso del alcohol desde puntos de vista distintos; hay personas con problemas de adicción, pero hay también personas que se relacionan con la substancia de otras maneras. Sin embargo, a pesar de que todos los entrevistados se preocupan por la posibilidad de la ebriedad, ésta no es el tema principal de todos los discursos. [22]

3.2 La relación entre los bebedores y la comunidad

Al servicio de emergencia de la ambulatoria municipal, y al comando de la Policía, llegan con cierta frecuencia casos de intoxicación etílica. En el momento de la redacción de este trabajo el "ambulatoria" no tenía datos estadísticos sobre estos casos, pero estaba en el proceso de elaborarlos, hecho que demuestra la preocupación que tienen las autoridades al respecto. Una de las psicólogas del servicio médico habla de adolescentes que se presentan allí después de consumir lo que ella llama "bombas atómicas" en que "ligan ron con anís, cerveza y pare Ud. de contar". En el municipio, dice, hay "el más alto consumo de drogas y alcohol, no vamos a mentir". Atribuye este consumo al abandono de los jóvenes en una "ciudad hotel" de la cual los padres (de las familias "nuevas" que se mudaron a la zona después de 1980) salen para trabajar en el día y regresan en la noche, dejando a sus hijos sin supervisión. [23]

Este consumo de la población joven constituye un patrón incompatible con las costumbres marcadas por la tradición vecinal. El consumo de estos jóvenes no tiene el efecto de consolidar una comunidad. Muy distintos a los convidados de la taberna local, los jóvenes no están unidos por lazos de familia y normalmente los padres no se conocen entre sí. Los muchachos se conocen porque asisten a los mismos liceos y frecuentan los centros comerciales (y los establecimientos de "pool") después de clase porque no hay otros lugares de encuentro en San Antonio para ellos. El consumo de alcohol es una actividad de grupo entre ellos, pero carece del resguardo que significaban las redes vecinales y las familias de antes. Dice la psicóloga que los jóvenes sufren de la persuasión del grupo. Ella asume la voz de la jerga juvenil cuando dice: "Hay, que tu si eres mamita, prueba esto ¿cuál es el problema'" o los muchachos "fácilmente caen en aquello". Dice la psicóloga que quienes son propensos a "caer" tienen poca capacidad para tomar decisiones y escasa autoestima. [24]

El discurso de la psicóloga no es una referencia académica. Habla de sus propias experiencias, y de su indignación frente a lo que podríamos llamar "el malestar en la cultura". Es la indignación la que le impulsa a la acción. Intenta, como haría una madre, convencer a las personas que acuden a su consultorio a cambiar su modo de vida. En su discurso abundan las metáforas. Atribuye a los adolescentes que se exceden en sus tragos el deseo de ser "superman". Quiere ser para ellos "una ambulancia". En un relato sobre un hombre, cliente de una licorería, que induce a su hijo menor a consumir alcohol, la "ambulancia" metafórica cobre vida y sale en búsqueda de un policía para proteger al muchacho. Para las mujeres en su consultorio es "también ... mamá ... hija ... hermana (y) tía". [25]

En su discurso hay una gran mezcla de personas gramaticales que dominan sus verbos: ella pasa de la primera persona singular a las demás formas sin aviso y sin aparente coherencia. Pero podemos apreciar en estos cambios a una persona que vive su profesionalismo con gran compromiso del yo. A veces utiliza la primera persona gramatical como una cuasi cita para dar cierta veracidad a su relato. Es interesante que – más adelante – en entrevistas con miembros de A.A., estos sujetos eviten el uso de esta persona gramatical. [26]

Su discurso demuestra también la ambivalencia que el alcohol produce en las personas. Ella no es abstemia, pero admira la abstinencia y elabora algo que se parece a una alegoría sobre una mujer que no toma y "no obstante" está llena de cualidades maravillosas. En su alegoría cuenta de una señora excepcional (que dice conocer); ésta funge como el alma de las fiestas, es talentosa y divertida. Sin embargo ella no consume alcohol. Quiere decir que no hace falta consumir alcohol en una fiesta, y casi da la impresión que todo el mundo puede convertirse en algo genial si dejaran de tomar. "La señora" es una categoría social, una posibilidad cuasi mítica. [27]

La mentira es una categoría de mucha importancia para nuestro análisis. Aquí la psicóloga habla de la mentira como una categoría de temas en el mundo de vida. Mentiras para ella son: a) que hay que tomar para ser extrovertido o extrovertida), b) que hay que tomar para "ahogar" las penas, c) que los bebedores excesivos (de acuerdo a sus propias afirmaciones) toman "socialmente" y d) que los hombres no lloran. [28]

La psicóloga ha introducido varias categorías para explicar el abuso etílico: a) la enfermedad, b) la falta de control, c) los problemas de autoestima, d) la incapacidad de tomar decisiones, e) el "paso" o la progresión de una conducta, o patología y f) la falta de "conciencia". También menciona las nociones sociales de: a) la socialización o crianza de los niños por los padres y b) las conductas aprendidas. La psicóloga asume el modelo médico de la patología individual, y utiliza términos tomados de este modelo, como "inmunidad". Sin embargo es evidente a partir del contexto de este uso, que ella no quiere decir que ciertas personas tienen anticuerpos para el alcohol. Más bien parece estar hablando de una cierta disposición anímica hacia el control que algunas personas tienen y otras no. [29]

En su relato cuenta sobre un hombre que enseñó a su hijo adolescente a consumir en contra de la voluntad de este último, y a partir de este mecanismo retórico, ella propone otro modelo: el modelo sociológico del machismo. Describe el muchacho como un "bebé" y repite el símil varias veces, enfatizando la inexperiencia del joven que lo hace aún más vulnerable e indefenso. Para ella es una ironía que se dé ron a un bebé. Esta anécdota puede recoger la "patología flotante" en el sentido de Le VOT-IFRAH y DELAINE (1989), o la patología como un recurso social para el manejo del stress. El padre enseña el recurso al hijo. Pero la psicóloga, para quien el recurso es peligroso, se indigna. [30]

"Los hombres no lloran" es una expresión estereotipada que la psicóloga usa para demostrar lo equivocado del machismo. Esta expresión está asociada con la afirmación que las mujeres enseñan el machismo a los hombres. La psicóloga recomienda otros modelos de crianza. Debido a todo esto, podemos identificar en el machismo aspectos dilémicos: a) es un modelo que permite a los hombres ciertos patrones de interacción social como la convivencia de la taberna, b) es un ideal masculino que las mujeres y los hombres enseñan a sus hijos varones y c) es un recurso peligroso que puede conducir a patologías físicas (la adicción) y a anomalías sociales (en relación al alcoholismo). [31]

El tratamiento psicológico que ella ofrece a los "enfermos" alcohólicos no dista del que se da a cualquier desviado social. La psicóloga intenta convencerlos de que dejen los hábitos inadecuados y que los substituyan por otros más apropiados. Es interesante que la psicóloga utilice también la noción de "control", casi en el sentido moral; es decir, quien se "controla" no se excede en su consumo del alcohol. Es una cualidad personal. Nos recuerda a BRATMAN (1987) para quien "... los juicios sobre lo loable o lo condenable de las acciones se basan en los criterios (que formula un observador) sobre los rasgos de personalidad que subyacen y explican la acción y la intención" (p.51). [32]

El control es un atributo que posee el tomador social. Ella dice: "quien sabe y debe saber" cuánto puede tomar sin "pasarse" de tragos", enfatizando con su verbo "debe saber" el aspecto normativo del discurso. Por otro lado señala al "alcohólico" que deambula ebrio por las calles a las nueve de la mañana y "saca su carterita"7). La bolsa de papel marrón que contiene la carterita constituye un signo social: todo el mundo "sabe" lo que contiene la bolsa; es una mentira que sirve como signo social. Como objeto, la bolsa es la imagen que permite al sujeto construirse (BARTHES, 1970) o, convertido en lenguaje, es el "ideógrafo", de McGEE (1980). Estas personas – dice la psicóloga – niegan sus hábitos e inclusive han dejado de existir, "[e]llos no tienen control. Ellos no existen. No son ellos si no tienen su alcohol". El alcohol es el objeto que transforma al sujeto que lo toma en otro objeto. Pero por otro lado el ebrio que toma sin control obtiene un don. Dice la psicóloga que el bebedor logra algo por medio de su hábito: consigue una identidad donde antes no era "nada". [33]

Ella ubica la capacidad para el control, como una cualidad personal, entre la abstinencia y la ebriedad. El "tomador social", es decir, el consumidor no "enfermo", se inserta dentro de una red de relaciones familiares y ceremoniales como primeras comuniones y cumpleaños. Esta red le da al consumidor protección social contra sus excesos porque los familiares le cuidarán si se pasa de tragos y le disuadirán de seguir consumiendo. Inclusive, la presencia de una red de apoyo social da significado social al acto de tomar. Sin embargo, en el discurso de la psicóloga, la noción de protección social contrasta con su uso del modelo médico el cual propone la existencia de patologías individuales. [34]

La psicóloga menciona los sentimientos de culpa en varios contextos. Principalmente dice que la culpa es algo de que hablan las mujeres. Ellas tienen miedo a presentarse como "ridículas" si se pasan de tragos. Son las mujeres que mencionan la culpa que deben sentir los bebedores excesivos después de sus rachas exageradas. Sin embargo veremos más adelante que los hombres bebedores evitan la culpa en su discurso. Los hombres tienden a atribuir su consumo a influencias externas. [35]

Podemos contrastar el discurso de la psicóloga del servicio ambulatorio con el del Prefecto de San Antonio de los Altos. Ambos personajes están encargados del manejo profesional u oficial de la ebriedad privada y pública. Pero ella se proclama una "ambulancia" para los necesitados y él es un concientizador que promueve una "participación" y la "concienciación" por medio de la cual la ciudadanía debe aprender a rechazar la ebriedad. En el discurso del Prefecto el término "concienciación" se relaciona con las nociones de influencia y aun coerción. En sus labores de concienciación la prefectura organiza talleres y conferencias para los liceos y los grupos de vecinos. De nuevo aparece la mezcla de modelos: "hacemos que esto salga espontáneamente de ellos". No se puede obligar lo espontáneo, pero el Prefecto se ve en la necesidad de usar métodos represivos en algunas ocasiones. [36]

Si la psicóloga considera a los ebrios como "enfermos" sin control y sin identidad propia, el Prefecto tiene otra idea de lo que es un "enfermo". El uso frecuente por parte del Prefecto de las palabras "ciudadano" o "individuo" en vez de "persona", "hombre" o "mujer" demuestran el nivel social de su discurso. Inclusive usa la palabra "componentes" para referir a los habitantes de su jurisdicción. En general es un discurso sobre un mal que surge en la colectividad – de hecho, en un momento el Prefecto habla de quienes están poseídos por el alcohol. A pesar de su obligación de reprimir la ebriedad pública, describe sus intentos de "prevenir" este malestar. Es interesante notar que el Prefecto considera que la ebriedad es "recidiva" y que por eso la encarcelación de los alcohólicos no constituye una medida eficiente para controlarla. Por otro lado dice que los ebrios son como niños que no pueden prescindir de comer "golosinas". [37]

Pero los ebrios no son niños. El Prefecto quiere decir que actúan como tales. En este sentido los considera tal vez inmaduros y piensa que requieren de la ayuda de las autoridades para lograr disciplinarse. En esta metáfora el alcohol se convierte en un bombón, algo así como un manjar irresistible. Por esto la reglamentación por horario y en los días de fiesta de los sitios de venta es considerada como una medida apropiada para limitar el consumo. Pero, como hemos visto arriba y como veremos en mayor detalle en la entrevista con el dueño de una tienda de licores, los sitios informales de venta de alcohol son numerosos y son conocidos por quienes quieren seguir tomando. Su reglamentación es, además, casi imposible. [38]

Mezcla la idea de los "vagos y borrachitos de costumbre" con el modelo médico. Vale la pena examinar esta mezcla de modelos que vienen siendo metáforas secuenciales para un fenómeno en su mundo de vida. Estos modelos dan sentido a su noción de comunidad y le ayudan a distinguir entre: a) vecinos cuya conducta es tolerable (aunque requieran de control y supervisión por parte de las autoridades) y b) forasteros o desconocidos cuya conducta deber ser suprimida. [39]

Bajo criterios legales el ciudadano es responsable de sus actos. El Prefecto habla de la "protagonización" de los hechos delictivos. Esta noción está curiosamente en conflicto con otra noción que él expresa sobre la naturaleza sistémica de la ebriedad. Cuando BARTHES habló del "despertar de los monstruos del estereotipo" (BILLIG, 1991, p.20) estaba hablando de este tipo de mezcla de referentes, los orígenes de los cuales muchas veces son desconocidos por quienes los emplean. La idea de la responsabilidad individual proviene de la ideología liberal. La noción del control libidinal por medio de una sustancia tiene que ver con un modelo médico-fisiológico de la conducta y la idea sistémica de la ebriedad proviene de la sociología de la patología. [44]

El mundo de vida de San Antonio contiene muchos dilemas. La venta legal e ilegal, la ebriedad y la abstinencia, el consumo moderado y el excesivo constituyen un reservorio de modelos conductuales que todo el mundo conoce y del cual cada quien elige alguno – o varios – para su propio comportamiento. ¿Cómo explica el Prefecto esta omnipresencia de patrones y modelos? Utiliza una metáfora médica: la gente puede "exponerse" a la ebriedad. Es como si "exponerse" a una conducta cuestionada socialmente fuera similar a "exponerse" a un mosquito que transmite enfermedades físicas como el dengue. Por otro lado las personas se exponen también a una advertencia policial. Esta exposición representa otro tipo de peligro, impuesto por las mismas fuerzas del orden que quieren proteger a los ciudadanos. [45]

Las fiestas patronales son para el Prefecto un escándalo comunitario8). Habla de los tarantines que son ardides comerciales para asociar la bebida con la fiesta pública. De hecho hay ciertas compañías que financian aspectos de las fiestas públicas y como una "colaboración" ubican un tarantín en la localidad junto con la cerveza en consignación. Es un mecanismo para extender los sitios de venta más allá de los locales licenciados para este negocio. El Prefecto dice "fulanas fiestas". "Fulano" es una palabra que significa "cualquiera", y se refiere aquí a las molestias y a los gajes de su oficio. Es una palabra que le sirve como un adjetivo neutro y ambiguo pero que conlleva una negatividad velada. Igualmente al decir "consumo callejero" el adjetivo es peyorativo. Callejeros son los perros abandonados, los vagabundos y los holgazanes. [46]

Con frecuencia el Prefecto se ve en la necesidad de encarcelar por la noche a los borrachitos de costumbre que rondan en estado de ebriedad por el pueblo en los días festivos. Es la práctica de la prefectura esperar a que vuelvan a "estar en sus cabales" para que puedan cumplir con las obligaciones mínimas de un ciudadano y firmar una caución. Básicamente, lo interesante para nuestro análisis es que existe la noción de que la responsabilidad de un agente disminuye en la ebriedad. Inclusive en algunos casos las personas buscan atenuantes para actos agresivos o ilegales, bajo el pretexto de estar ebrios. [47]

Para el Prefecto, el alcohol es tanto una situación como una sustancia. Esto es así porque él tiene que manejar las situaciones causadas por la sustancia. Se puede contrastar su posición con la de la psicóloga quien se preocupa por las personas en sí. Pero también el alcohol es una substancia insidiosa9) que las personas "acarician" y con la cual "gozan". Bajo la influencia de ella las personas pueden perder el derecho de ejercer la "legítima disposición de su estado anímico". Esta expresión curiosa da a entender que a veces una persona puede legítimamente disponer de su estado anímico, y otras veces no. "Disponer" quiere decir determinar, usar o decidir, en general ejercer mando sobre; en otras palabras sólo a veces uno puede ejercer mando sobre su felicidad, enojo o aburrimiento. Sin embargo, estando "controlada" por el alcohol, la persona no puede ejercer mando sobre estas emociones porque tal mando sería ilegítimo. [48]

Hasta este punto hemos revisado dos discursos que nos permiten describir cómo la comunidad se relaciona con el consumo etílico que ocurre en su seno. La psicóloga y el Prefecto representan los esfuerzos comunitarios para controlar los excesos, ella desde una postura rehabilitadora (la ambulancia), y él desde el punto de vista represivo. Pero la relación entre la comunidad y el alcohol es compleja y contradictoria. A continuación analizamos un discurso diferente que se aparta de la visión higiénica que hemos visto y se adentra en la explotación del consumo ajeno. [49]

Intentamos, sin éxito, entrevistarnos con varios dueños o encargados de ventas de alcohol. Al ver nuestra grabadora se inhibían y decían frases como "No tengo nada que decir" o "Estoy ocupado". Sentíamos que ellos sospechaban de nuestras intenciones, o que, de alguna manera indefinida, creían que podían salir perjudicados por los resultados de una conversación grabada. Estas sospechas se relacionan evidentemente con la mercancía que ellos comercian. Es una mercancía que está sujeta, como hemos visto arriba, a regulaciones legales y que produce no sólo malestar oficial entre los miembros de las fuerzas del orden público, sino también entre ciertos miembros de la sociedad civil. [50]

La venta de alcohol, a pesar de ser una actividad legal, es también el objeto de cierta ambivalencia e hipocresía. Es un negocio muy lucrativo. Pero quienes venden alcohol perciben los efectos de estas ventas en sus clientes ebrios y tal vez adictos. Saben que comercian con, y que se benefician de, algo que puede ser pernicioso. Como dijo un negociante (quien a diferencia de los demás aceptó entrevistarse con nosotros), los clientes de una tienda de licores emplean mucha energía y recursos económicos para obtener los productos de estos establecimientos. Estas transacciones sólo son toleradas por otros sectores de la ciudadanía porque saben que es mejor reglamentar las ventas que intentar suprimirlas infructuosamente10). Las reglamentaciones sobre la venta pueden disminuir los beneficios económicos y los comerciantes tienen miedo de estas limitaciones. Por ejemplo, hay negociantes que sienten que "pierden" ventajas económicas por estas restricciones en los días y horas del día en que la venta está vedada. [51]

Ellos saben que las leyes, los impuestos y las demás limitaciones aparecen cuando el "escándalo" público aumenta entre sus clientes. Por esto intentan mantener un perfil bajo. El dueño que cooperó con nosotros (en una entrevista sorprendentemente franca) utilizó el lenguaje del mercado libre para defender el comercio tanto del peligro de las regulaciones y las ordenanzas indeseables para este sector, como de la responsabilidad personal que podría sentir en relación con el artículo que mercadea. Hay dos temas principales en este discurso: a) la ideología del liberalismo y la responsabilidad individual y b) lo fácil que es la explotación de los clientes que compran alcohol. [52]

El discurso del comerciante contiene alusiones complejas a la responsabilidad personal. Considera que lo que sus clientes hacen con el producto que él vende es la responsabilidad del comprador. Hay un contraste implícito entre reglamentación municipal por un lado, y responsabilidad individual por el otro. Se trata de un doble juego ideológico: el comerciante utiliza la responsabilidad individual en lugar de la responsabilidad cívica con la intención de pasar inadvertido en la cadena de responsabilidades por mercadear con, o usar, una sustancia potencialmente peligrosa. [53]

El comerciante tiene un negocio próspero. Una de las razones de su éxito tiene que ver con el hecho de que ha logrado improvisar un método para vender alcohol después de la hora de veda legal. No vende directamente de la tienda, lo que llamaría la atención de las fuerzas de orden, sino que entrega las ventas en las casas de los clientes. Además informó a las autoridades que las personas que trabajan para él están en la calle con los autos abastecidos de licor para evitar problemas con la ley. Refiriéndose a la veda dice "... ésta es una Prohibición". Este término se refiere a la Prohibición que ocurrió en los Estado Unidos hace siete décadas. Fue un intento desastroso de legislar la sobriedad. [54]

Contrasta su negocio legal (con "todos los papeles en orden") con los puestos de venta ilegal. Describe a éstos como lugares "peligrosos" a los cuales los clientes están obligados a acudir porque el alcohol que "necesitan" no está accesible todo el tiempo. Este empleo persuasivo del discurso casi constituye una metáfora: el alcohol es como un medicamento urgente y trae a la mente la noción de las farmacias que deben mantener un régimen de "turnos". El comerciante aborda el tema de la explotación del cliente hablando del éxito de su negocio, de las estadísticas de venta, etc. Es un tema que parece neutro. Pero también establece las bases que nos permiten apreciar que está consciente del tipo de explotación que su negocio significa. Vende algo que produce "vida" pero usa la tercera persona del plural en los verbos. No requiere de este tipo de "vida" para sí mismo. [55]

Su clientela es de la clase media y de la clase media alta. Evidentemente ha creado las condiciones para atraer a quienes tienen los medios económicos que él desea, porque su tienda está ubicada muy cerca del centro de San Antonio y podría atraer compradores que tuvieran interés en productos baratos. "De todo tipo" es un eufemismo para cubrir diferentes clases sociales y estados de sobriedad, pero este comerciante se enorgullece del nivel social de la mayoría de sus clientes. [56]

No tiene que convencer a sus clientes de que compren su mercancía a la que le puede poner cualquier precio porque es "un producta de primera necesidad". Dice "Es que sin caña no hay vida". Su teoría sobre la adicción le ayuda a explicar cómo puede explotar a sus clientes sin que se quejen de este trato. Es interesante como inserta "Yo no bebo" después de mencionar su teoría. En pocas palabras explica su éxito y se distancia personalmente de los clientes que necesitan su mercancía. Se puede apreciar un cierto desprecio para estos clientes. Hay sin embargo ambivalencia en su tono evidenciada por sus risas y su uso de eufemismos. [57]

Empleando un eufemismo, llama a su negocio un servicio. La palabra "servicio" tiene la connotación de miramientos, cortesías o favores. Los médicos, los abogados y los curas prestan servicios, por ejemplo. En este sentido el servicio de llevar las mercancías a los domicilios tiene el propósito de facilitar un producto a los clientes, pero también ayuda al comerciante a escapar las limitaciones de la veda legal. [58]

En su discurso asume con la entrevistadora una actitud de complicidad. Rechaza a los borrachitos, y sólo los acepta como clientes de vez en cuando. Quienes compran "media botellas" no pueden comprar una botella entera y sólo es gente que "viene a molestar". Las bebidas baratas sólo sirven para lograr intoxicación y para hacer que esos consumidores se involucren en riñas callejeras (lo cual no ocurre con sus clientes habituales). Ubica a este tipo de consumidor en una categoría social a la cual ni él ni la entrevistadora pertenecen. Queda entendido que nosotros somos bebedores sociales. Pero defiende la libertad de la persona adicta al alcohol a consumir "en su casa"; este servicio es justamente lo que su negocio ofrece. Dice:

"Pero que no me puedes prohibir a mí o a nadie que se lo beba en su casa. Que se rasque una gente en su casa y se quede durmiendo en su casa, entonces ¿porque no estamos en una dictadura, verdad? Eso sí, yo creo que se podría permitir." [59]

3.3 Las relaciones personales con el alcohol

Reconocemos que hay lagunas importantes en nuestra selección de entrevistados. Una de ellas es la falta de consumidores adictos que estén en la última fase de la Escala de JELLINEK (1960) y que consuman de manera activa.11) La razón de esta insuficiencia tiene que ver con la dificultad de obtener de estas personas un discurso comunicable; es decir, con frecuencia este tipo de discurso es privado porque los referentes se organizan alrededor de "deformaciones en la intersubjetividad" (HABERMAS, 1970a, WILLIAMS, 1994). En un caso, por ejemplo, tuve una entrevista con una persona que hacía gestos abruptos, arengaba sobre las infamias de que era víctima y repetía las mismas frases pero en tonos distintos. Este discurso no pudo usarse porque carecía de intención discriminable. No tenía suficiente acceso al mundo de vida para disciplinar su discurso en términos comunicables. Sin embargo, lo conocí en A.A.; es decir, había en él una intención básica de recuperar sus facultades. Usaba el escenario de A.A. para buscar un nivel elemental de intersubjetividad en que fuera escuchado y en donde pudiera hablar sin la intermediación del alcohol. [60]

Otra laguna tiene que ver con el discurso de tomadores que no admiten sus hábitos, es decir, cuando los textos hacen referencia al consumo "racional" y cuando no hay elementos retóricos para inferir la presencia de dilemas, mentiras, evasiones o referencias ambiguas al alcohol12). En un caso entrevisté a un señor de (más o menos) 35 años (Alvarado) quien me hablaba de su moderación y su uso racional del alcohol. No era miembro de A.A. La persona era un conocido mío y había pedido su colaboración con mi trabajo (pero sabiendo su condición de bebedor), como un favor. Lo entrevisté en la biblioteca del pueblo y al terminar, como no tenía un auto para regresar a mi casa, Alvarado me ofreció una "cola" en el suyo. En el carro le estaba esperando su esposa, su hija y una amiga, quienes habían comprado una caja de cerveza que consumían mientras aguardaban el fin de la entrevista. Cuando subimos al vehículo, me ofrecieron una lata de la bebida con grandes risas sobre el tema de la entrevista, y el señor conducía mientras saboreaba otra. El contraste entre la experiencia práctica y la entrevista le proporcionó mayor interés a ésta de lo que hubiera tenido sin la posibilidad de observar la interacción con la familia. Sin embargo, en otros casos, la supuesta "racionalidad" en el uso del alcohol no puede ponerse en entredicho. [61]

3.3.1 Los bebedores fuertes

En esta Sección analizo los discursos de seis personas que beben o han bebido "demasiado". Reviso primero los discursos de una madre y su hijo. Todos los demás son hombres y dos de ellos son miembros exitosos (en cuanto a su recuperación) de A.A. Dos de ellos son bebedores activos. [62]

3.3.1.1 La madre y su hijo

Daniel es un muchacho que toca en una banda musical. Su madre (Laura) me había hablado de su preocupación por los hábitos de consumo etílico de su hijo. En la entrevista, el muchacho hablaba de excesos ya superados (que incluían tanto al alcohol como a otras drogas) en el pasado, y el control que le caracterizaba en el presente. Actualmente, cuando toca en tascas y restaurantes; decía que toma sólo dos o tres cervezas por noche (en cinco o seis horas). Me daba muchas razones para este control (la incompatibilidad entre el alcohol y la música de excelencia, su calidad de vida, su salud) y todas fueron relatadas con lo que parecía coherencia, racionalidad y reflexión. [63]

Luego entrevisté a la madre. Me contó como ella encontraba botellas de ron escondidas en el cuarto de Daniel y en el lugar (apartado de la casa) donde éste ensayaba solo. Dijo que a menudo su hijo olía a bebida. Como en el caso de Alvarado, no pudimos encontrar elementos retóricos en el discurso de Daniel para revelar la "mentira" detrás de su postura "racional". Sólo el contraste entre los discursos de Laura y su hijo nos da esta posibilidad. [64]

De hecho, Laura también consumía mucha cerveza en el día (frecuentemente 12 cervezas en una tarde). Cuenta sobre las depresiones producidas por el alcohol. Sin embargo no considera la posibilidad de limitar su consumo. Una vez visitó a un psiquiatra debido a las angustias que siente, pero anunció en la primera y única visita que no iba a continuar13). No llama a sus hábitos "alcoholismo" o "vicio", sino que separa las experiencias de ebriedad en incidentes o relatos distintos: "... los cuñados de mi esposo llenaban mi vaso para verme emborrachar (risas) ...". Lo interesante de este proceso es que, careciendo de un sostén lingüístico, su práctica no podía ser criticada como tal. [65]

3.3.1.2 Los miembros de A.A.

Los inicios de la adicción: Resumo acá los discursos de dos hombres, Juan y Carlos. Juan es el dueño de una tienda y miembro reciente de A.A. Tiene unos cuarenta años. Carlos es un vendedor de artefactos eléctricos que ha estado sobrio por doce años. Tiene más o menos la misma edad que Juan. Ambos nacieron en el pueblo y han pasado la mayor parte de sus vidas en él. Como Juan, Carlos comenzó a tomar en su adolescencia, pero sin considerarse adicto. También como Juan, Carlos tuvo un incidente en su vida que le convirtió en alcohólico. Sin embargo al comienzo de sus adicciones los dos negaban su condición por una parte, y por otra consideraban que sus hábitos constituían un vicio. [66]

Un tema que se repite continuamente entre los bebedores es la "fiesta"14). Tanto para Juan y Carlos como para Laura y los demás, la fiesta tiene un papel importante en su iniciación etílica. [67]

Juan, por ejemplo, describe fiestas entre adolescentes en que: "… nos llevábamos una botella de anís y a la tisana le echábamos anís y la tomábamos y así comencé tomando y tomando socialmente, los fines de semana, reuniones, paseos, que si vamos a la playa ... así comencé tomando normalmente." [68]

Casi todos los bebedores se esfuerzan para presentarse como personas que bebían "socialmente". Pero Juan y Carlos, quienes ya conocen el modelo médico de la adicción, atribuyen sus hábitos de ebriedad a algún tipo de abuso de parte de "otros". Juan, por ejemplo, ilustra los méritos que le caracterizaban antes de comenzar a beber como un alcohólico. Enumera cuidadosamente sus éxitos profesionales de los primeros años de su vida adulta y la bondad y generosidad que demostraba al ayudar a su hermano. Esta enumeración es un mecanismo retórico para demostrar su inocencia frente a las desgracias que iban a ocurrirle más tarde. [69]

Para Carlos su ebriedad comenzó con un desengaño amoroso. Podemos resumir su argumentación con referencia a dos modelos que Carlos utiliza de manera casi simultánea: a) el comienzo abrupto de adicción física (o alergia al alcohol) debido a una crisis emocional y b) un encantamiento o brujería malévola perpetrada por personas traicioneras. [70]

Ambos bebedores señalan retóricamente a esta victimización desde el comienzo de la entrevista. Juan dice que su paso de tomar "socialmente" a la experiencia del alcoholismo ocurrió debido a una crisis en la familia que se originó con acusaciones injustas por parte de su hermano. [71]

La experiencia de la adicción: Cuando Juan comenzó a tomar constantemente su malestar aumentó también: "Me sentía mal, había momentos que deseaba morirme, uno no debe echarle la culpa a nadie, no soy de ese tipo de personas, pero creo que la soledad me inducía mucho a tomar ...". [72]

Por su parte, Carlos describe su adición como "insidia", o algo que "picaba". La insidia se relaciona también con la fiesta y con ganas. Se supone que quiere decir que algo le aguijoneaba, alentaba y estimulaba a que volviera a embriagarse en las fiestas. Era una experiencia dolorosa; dice:

"… yo sufrí mucho, sufrí mucho yo y sufrió mucho mi familia, porque inclusive, yo soy de aquí de San Antonio y muchas amistades mías me despreciaron en muchas oportunidades, en reuniones por el alcoholismo. No es que era una persona agresiva ni mucho menos sino que a veces me pasaba de palos y me ponía un poco fastidioso y a veces cuando me molestaban me daban ganas de tomar más y más ...". [73]

El entorno social de los bebedores: Hay varios personajes relacionados con el consumo etílico de Juan. El gran culpable para Juan es su hermano; es el responsable de todas sus desgracias, incluyendo su adicción. Otros personajes son sus compañeros de juerga. Juan describe la relación que tuvo con ellos así:

"... hablaba, como todo borracho: hablar paja. Esa es la vida de borracho, uno como borracho lo que hace es hablar paja ... A las tascas, nos sentábamos en la barra y de repente llegaba un borracho más, otro borracho más y de repente estábamos tres borrachos hablando o si no hablaba con éste, con el empleado del negocio, con el dueño del negocio y pasar el tiempo ahí. A veces buscaba también compañía femenina, normalmente mujeres casadas, que tenían compromisos en sus hogares". [74]

En la actualidad, sin embargo, ha sustituido a los compañeros de juerga por los compañeros de A.A. [75]

Los otros miembros de su entorno son: a) una sucesión de amantes y b) su esposa. Analizamos esta relación en detalle porque describe como las mentiras llegan a ser una parte integral de las borracheras. Juan miente a todo el mundo, incluyéndose a sí mismo. Con su esposa y las amantes Juan describe un doble discurso; tiene una serie de "buenas amigas" que son bebedoras como él con quienes se encontraba en las tascas, siempre en un ambiente alcohólico. Sin embargo, Juan se presenta como un hombre de familia. Llegaba a su casa todas las noches: "yo como siempre he cuidado eso en los 25 años de casado que tengo no faltaba al hogar ...". Es interesante que sobre la relación entre Juan y su esposa, él dice que las infidelidades sólo causaban "'bravezas' de quince días pero más nada". Inclusive cuando llegaba a la casa en la noche después de haber salido con una mujer, intentaba dar la impresión de que "únicamente" había estado tomando. Juan usaba la posibilidad de ser un "borracho", es decir, asumía un papel (rôle) frente a su esposa, a pesar de que negaba que era alcohólico. Aquí tenemos un enredo múltiple. Juan engaña a su esposa con un consumo excesivo que no existe (pero puede ser el centro del problema) para encubrir sus infidelidades. [76]

Es un círculo en donde las razones son los actos que se vuelven razones. Esto podría constituir un dilema, pero no podemos encontrar opciones en conflicto. Más bien esto sería una ubicación circular de responsabilidades, la cual sirve para confundir al propio Juan. [77]

En el entorno social de Carlos podemos mencionar su primera novia, quien ocupa el espacio del "culpable" en su discurso, como lo hizo el hermano de Juan en el suyo. La culpabilidad de este personaje es compleja porque la naturaleza de su falta cambia con los distintos momentos de su discurso. Por un lado, ella representa un desengaño amoroso cuyo efecto emocional en la vida de Carlos fue devastador, como podría ocurrir en cualquier relación fracasada. Pero por otro, la novia es la autora de un "trabajo" de brujería que lanzó a Carlos, la víctima inocente, a una racha alcohólica de varias décadas. Otros integrantes de su ambiente afectivo son los miembros de su familia "tan linda" a quienes les tocaba aguantar sus rachas de ebriedad y cuidarlo cuando hacía falta. Pero también son sus perseguidores quienes intentan impedirle que vaya a sus fiestas y le suplican que deje de embriagarse. [78]

Lo que más signa las relaciones afectivas de Juan y Carlos es la ambivalencia de sus discursos, y sus intentos de evitar la responsabilidad (moral) de sus propias desgracias. Es interesante reflexionar sobre los cambios en el discurso de ambos. Por un lado, cuando hablan de sus vidas pasadas, adoptan las razones que les eran útiles en aquellos momentos (culpabilidad de otros, su inocencia esencial, lo inexplicable de sus adicciones – "Yo era tomador social"). Por el otro, cuando utilizan la jerga de A.A. asumen sus responsabilidades personales. En este caso sus desgracias son vistas como algo que podrían haber evitado (porque "compraron una enfermedad" – frase de A.A.) y su bienestar actual depende de su decisión de dejar de tomar por 24 horas (frase de A.A.). [79]

Tocar fondo: Según ALEXANDER (1987), la adicción comienza con una decisión y está acompañada de decisiones en todo el proceso. Podríamos decir, sin embargo, que la experiencia de tocar fondo involucra la última y más atribulada de las decisiones, cuando el dilema es seguir tomando o suicidarse. Este es un término de A.A. para referirse al estado de desesperación en que un adicto tiene que decidir. Puede decidir seguir tomando hasta morir, o puede intentar dominar su hábito. Tanto Juan como Carlos finalmente "tocaron fondo". [80]

Juan decidió, después de una larga racha, que el alcohol le perjudicaba. No está claro por qué Juan dejó de tomar. Dice que se sentía mal, que estaba haciendo daño a su hogar. No quiere hablar de los detalles (se puede contrastar lo escueto de su decisión de intentar controlar su consumo, con los detalles que da de sus enamoramientos). Tampoco describe como llegó a saber de A.A., es decir, por qué escogió A.A. y no el servicio de emergencia de un hospital. Juan describe su crisis así:

"La ansiedad de tomar es bastante fuerte, es más, en este circulo donde vive que dondequiera hay un bar, una licorería, dondequiera hay alguien tomando, le produce una ansiedad ... Entonces lo induce a uno15) a tomar ... Porque llega el momento en que el organismo de uno para poder actuar después de haber transcurrido dos- tres- cinco horas de haber dejado de ingerir licor se torna tembloroso el cuerpo, las palabras no las puede modular bien, entonces es cuando uno dice 'me siento mal, me tomo dos o tres tragos y me siento bien otra vez, perfecto'. Entonces transcurre el movimiento y tal y entonces llega el mediodía y uno dice 'cónchale me siento otra vez mal. Manejar nervioso, me tomo dos tragos y puedo manejar más tranquilamente.' Ya el cuerpo ... yo digo que eso es como el que consume droga, igual ...". [81]

La ansiedad de tomar tiene dos sentidos en esta cita: a) es una respuesta a un modelo creado por otros (dondequiera hay alguien tomando), como una opción en el mundo de vida y b) es una compulsión que se origina en un malestar físico. Estos sentidos aparecen como razones en su discurso. Juan distingue varias razones contradictorias para tomar, por ejemplo, el alivio del síndrome de abstinencia y la sensación de control. Es decir, podría controlar los síntomas de abstinencia por medio de más consumo. Este método de controlar su bienestar es señalado como una opción social ("un clavo saca otro clavo"). [82]

Pero al mismo tiempo sentía que no estaba en control; la imposibilidad de limitar su consumo de alcohol (en contraste con la limitación de su consumo de tabaco) le producía ansiedad. Podemos encontrar diferentes momentos en su consumo a lo largo de toda la entrevista, cada uno representado en el mundo de vida, porque cada uno es reconocible por todo el mundo: a) una descripción de la alegre picardía de muchachos, b) una respuesta a la victimización que sufrió a manos de su hermano, c) un alivio para el aislamiento social (la necesidad de buscar compañía femenina y la charla vacía ("paja") de los "borrachos", d) una artimaña para la seducción y e) una explicación física – médica de la adicción. Juan utiliza de manera secuencial todas estas construcciones como razones para el consumo. No cuestiona la incompatibilidad que existe entre ellas, porque cada una de ellas le ha sido útil en un momento dado de su conversación con la entrevistadora. [83]

Es interesante que las razones que da Carlos para dejar de tomar no tengan que ver tanto con síntomas físicos (alucinaciones, temblores, etc.), sino con los problemas sociales que sus hábitos producían. Ni siquiera pensaba que se estaba dañando la salud o propiciando una muerte prematura. La jerga explicativa de A.A. (una alergia) fue algo que aprendió después de que comenzó a asistir a las reuniones. [84]

Carlos también tocó fondo. Su experiencia fue la combinación de varios episodios de delirium tremens y una crisis emocional. Esta última comenzó cuando las hermanas de Carlos querían alejarle de la ceremonia de matrimonio de una de ellas porque temían que él causara un escándalo. (Como veremos sus miedos tenían fundamento.) Carlos dice que aceptó su petición de buena gana y se fue a trabajar "tranquilamente". Carlos describa esta última crisis:

"... Entonces me metí en ... el bar ese que está ahí y me metí una cerveza. ... Me hacía daño en el aspecto de la forma como yo me comportaba ... A todas estas esa noche del matrimonio ... me eché unas cuantas cervezas ... (y) dije, yo tengo más derecho que ellos mismos porque soy el único varón de esa casa16) y subí y ... me encontré (con) la hermana que me corrió ... Entonces ahí empeoré la situación ... Porque tomar una decisión aún rascado, no sé. Si a lo mejor lo pensé, para quitarme la vida yo mismo, hay que echarle coraje. Gracias a Dios mismo, que no quiso que yo me fuera esa noche ... Después, como no me ahorqué porque no sé si yo mismo reflexioné o qué y para qué, teniendo mi mamá ahí y mi sobrina llorando, entonces me tiré ... Me aporreé con la canal que tenía puesta en la casa, me la llevé, me aporreé en la pierna y me aporreé este brazo ... Eso que caí hasta que tuve que tocar fondo17) La única solución mía fue la hospitalización." [85]

Carlos habla de tocar fondo varias veces. Pero finalmente ocurrió cuando su empleador le dijo que no lo aceptaría más en el trabajo hasta que dejara de tomar. [86]

En toda la entrevista Carlos mantiene dos hipótesis sobre la causa de su malestar, es decir, la brujería causada por la novia de su juventud y la "alergia" física que sufre. Ambos provienen de su mundo de vida: La creencia en la brujería forma parte de su entorno cultural (y convenientemente le aleja de la responsabilidad personal por sus problemas). Dice: "yo no era así. Y cuando terminó todo lo nuestro que fue por culpa de ella, fue que yo caí en ese error ...". [87]

La explicación médica en cambio proviene de sus encuentros con los hospitales y A.A. El gran momento en que se dio cuenta ocurrió después de una crisis física:

"Cuando el Doctor me hizo el diagnostico que yo le dije de los dos delirium tremens esos y yo no sabía que se llamaban delirium tremens. Yo le expliqué, y dijo que eso es delirium; eso que te dio a ti es delirium ... y eso influye por el exceso de alcohol, por el consumo de alcohol." [88]

Este episodio demuestra la importancia de los modelos. En el caso de Carlos su vida no cambió debido a su experiencia con el alcohol; comenzó a cambiar a raíz de la adquisición de un nuevo modelo. Sin este nuevo conocimiento la experiencia de tocar fondo hubiera quedado como un lamentable incidente más. [89]

El anonimato de A.A.: Todos los miembros de A.A. que entrevisté toman el anonimato muy en serio. De hecho, a pesar de que asistíamos al grupo de A.A. en San Antonio por algunos meses, cuando he encontrado algunos de los miembros en la calle, me han ignorado como si no existiera. Una vez, en un tarantín donde se venden chucherías, me encontré con Pedro. Al principio le saludé: "Hola, ¿cómo estás?" Me miró como si hubiera traspasado un importante límite de lo social18), se dio vuelta y salió. En el mismo sentido pregunté a Juan sobre eso:

K:

"¿Por qué la gente tiene miedo de decir que es alcohólico?"

E:

"No sé, lo toman como algo muy, digo yo, muy grotesco, malo. Pero resulta de que no se dan cuenta de que es más malo que lo vean a uno rascado que bueno y sano." [90]

3.3.1.3 La complicidad masculina

En esta Sección hablaré de una opción en el mundo de vida que está abierta a los hombres. Es una especie de "camaraderie" basada, por un lado en el permiso social para participar en la libación (concebida como una fiesta), y por otro un requisito para demostrar la hombría (ya hemos visto esto cuando la psicóloga hablaba del padre que enseñaba a su hijo a tomar como un "hombre"). El machismo constituye otra metáfora para el consumo. Los discursos incluidos en esta sección fueron tomados de una entrevista en grupo en el cual la única mujer presente era yo. El discurso de los hombres fue marcado por una especie de alianza implícita que reconoce y defiende una cierta tolerancia (el permiso) de la ebriedad masculina. Sin embargo, este discurso es vacilante e inseguro porque combina la diversión con reproches y burlas. Es un discurso acompañado por risas y sarcasmos que constituyen mecanismos retóricos para mantener la complicidad como una posibilidad dentro de su mundo de vida, pero al mismo tiempo permitir a los hombres distanciarse de la metáfora. [91]

Por varios años trabajé con ciertos miembros de esta cooperativa como facilitadora en un proyecto comunitario. Por esta razón conocía a los socios y pude interpretar su discurso desde varios puntos de vista. Además pude entablar una larga conversación en grupo (más de siete horas de grabación en cintas magnéticas). La entrevista se realizó en una especie de salón de espera o pasillo grande en las oficinas de la Cooperativa. Los socios, al bajar de sus camiones, pasan por este espacio para llevar a cabo algún intercambio en la dirección, para saludar a los demás socios o buscar herramientas. Durante la grabación, había personas que entraban y salían, algunas de las cuales participaban por momentos en la conversación que se realizaba en dicho espacio. Los socios conversan entre sí, y reclaman a quienes intentan ocultarle a la entrevistadora ciertos aspectos de sus hábitos de consumo etílico. [92]

En cierto momento llamaron a un hombre (Tomás) a quien los socios consideraban como un consumidor típico para que hablara con él (frente a unos seis hombres más, quienes, por estar interesados, no abandonaron el lugar). [93]

El discurso de Tomás:

Uno de las primeras características que salta a la vista en el discurso de Tomás es su uso del diminutivo y de eufemismos:

Este recurso le sirve para minimizar su consumo o restarle importancia. [95]

Tomás también describe cómo no puede predecir lo que va a hacer en el futuro más inmediato porque "olvida" lo que planea. Cuando le pregunté si va a salir del trabajo para ir a tomar cerveza dice:

"No. Ahorita por lo menos me baño, me voy a coger el carro a donde yo vivo entonces me voy pa'rriba, para mi casa, compro algo por ahí para los muchachos y lo llevo para la casa ... Claro, a veces se me olvida la cosa y después que termino, empiezo a tomar cerveza por ahí entonces llego mareado a la casa, porque se me olvida ... ". [96]

Tomás consume bastante y necesita una cerveza para quitarse el ratón o "refrescarse". El uso del diminutivo demuestra que no se siente cómodo hablando sobre esto en un contexto inseguro y novedoso conmigo, y indica que sabe que existen circunstancias en que ingerir alcohol está mal visto. Puede ser que Tomás no apruebe completamente sus propios hábitos y que sólo en la compañía de la complicidad masculina se sienta a gusto. De hecho, atentos a la conversación, los demás socios escuchan ahora circunspectos pero a veces me hacen por gestos sutiles de aprobación o desaprobación. [97]

Los fines de semana son los días que Tomás bebe más. Habla de sus relaciones en familia; describe el distanciamiento que tiene con su pareja, y la relación cálida con su hijo mayor. Y es en términos de la descripción que hace de ésta última relación que demuestra que considera que sus propios hábitos de consumo etílico no son convenientes. Sin embargo, no llega a decirlo porque los defiende. No tiene la intención de confrontar sus varios discursos, entre los cuales podemos encontrar los siguientes temas:

Tomás conoce la palabra "alcohólico" pero la asimila directamente a la noción de vicio. Esto puede contrastarse con las definiciones que Juan y Carlos dan al alcoholismo, es decir, una adicción o una alergia. La interpretación de Tomás no cambia en la entrevista y no hay sentidos paralelos como había en las primeras entrevistas. Donde Tomás admite discursos confusos es en la evaluación que hace de sus hábitos. [99]

Tomás ha sido inducido a estas revelaciones poco a poco a través de mis preguntas y por la actitud de los hombres que le observan. Ellos mantienen una compostura neutra, pero hay momentos en que se ríen. Estas risas aumentan la complicidad entre ellos y Tomás, pero en tanto que Tomás no sabe si yo soy su cómplice o no, procede con prudencia. [100]

Los hombres le inducen a contar dos anécdotas sobre sus borracheras más espectaculares. Evidentemente todos consideran que estos incidentes (peligrosos y desafortunados) son grandes chistes, y de hecho Tomás los cuenta con tanta gracia y lujo de detalles que inclusive yo los encuentro graciosos. Pero hay una subcorriente anímica debajo del buen humor: los hombres le habían llamado a contar sus historias para demostrar el "problema" de ebriedad de algunos de los socios. Inclusive Tomás cuenta después con mucha tristeza que los resultados de sus aventuras no fueron buenos para su familia. Podemos decir que se trata de un doble discurso en donde tanto los hombres como Tomás reconocen la tragedia que la complicidad encierra. [101]

3.3.1.4 Sentirse bien y sentirse más estimulado

Podemos comparar este discurso con otro en el que Pedro, un hombre que consume bastante cuando decide tomar, superpone una cierta disciplina a sus hábitos. En otras palabras, podemos decir que Pedro siente que está ubicado dentro de una posición "racional" en el interior de la subcultura de bebedores a la cual pertenece. Pedro contrasta "sentirse bien", "sentirnos más estimulados", "sentirse mal" y "estar buenos y sanos". Vemos a continuación estas distinciones:

"... cuando uno se siente mal sabe que el cuerpo a uno le pega para tomar bebidas alcohólicas, a veces que uno tiene que dejar de tomar dos ó tres meses ... porque a veces me siento mal y paro de beber por lo menos uno o dos meses hasta que me sienta bien. Tampoco es que uno va a tomar en exceso para caerse, uno realmente toma según las condiciones de uno, cuando el cuerpo le pide que tome pero no es para caerse ni emborracharse. La bebida es estimulante, uno la puede tomar si se siente bien, entrar en un ambiente de más conversación con las personas que estén con uno. Porque es cuando uno puede tomar, porque estando sólo no bebo. Pero estando en una reunión o con compañeros de trabajo uno le estimula más las conversaciones para hablar de cosas más interesantes. Aunque hay gente que dice que uno mareado no puede hablar. Pero hay veces que uno se siente bien. Puede ser que lo diga Ricardo o Rafael, estas personas siempre hemos compartido agradable, echándonos unos tragos pero no para emborracharnos sino para sentirnos más estimulados para poder hablar de las cosas que no podemos saber cuando estamos buenos y sanos.” [102]

Parafraseando podemos inventar definiciones para estos términos:

3.3.1.5 La sustitución del esclavo por el amo

Ricardo, uno de los socios, está presente en la discusión, y su discurso ofrece un contraste con el de Tomás y Pedro. Es un señor de más o menos 35 años, soltero que vive con su madre; es uno de los socios de larga data. Ricardo carece de educación formal y por algún tiempo les preocupó a los demás socios su tendencia a tomar excesivamente y regalar todo su sueldo comprando tragos a compañeros de bebida (muchas veces desconocidos para él) en los bares. En sus palabras tomaba "Como si se fuera a acabar el licor". Sin embargo, varios motivos influyeron para que Ricardo reflexionara sobre su situación. Por una parte debido a la experiencia de ser socio de una cooperativa (y no un obrero en una compañía) se dio cuenta que el comportamiento de evadir el trabajo y no esforzarse para que la organización tuviera éxito, le perjudicaba en forma personal. Por otra parte, debido a algunos talleres sobre "motivación al logro", dados como parte de la intervención en la Cooperativa, Ricardo comenzó a reducir en algo su consumo y a dedicar mucho más de su tiempo al funcionamiento de la asociación. [104]

Llegó a ocupar la posición de secretario de actas, y siendo analfabeto, tuvo que aprender primero a escribir. Aprendió el orden del abecedario y el sonido de las letras. Anotaba las actas en borradores, buscando laboriosamente como deletrear cada palabra en el diccionario. Al transcribir las versiones corregidas al libro de actas, a veces Ricardo se equivocaba, y como no se puede arrancar una hoja de estos libros, doblaba la página hacía atrás y volvía a comenzar en una hoja fresca. Los primeros libros en los cuales trabajaba parecían acordeones. Luego se compró un libro de contabilidad, y buscando el sentido de cada palabra en el diccionario, leía una página por día. [105]

Lo interesante de este relato es que Ricardo sustituyó algunas de sus ocupaciones en los bares por actividades de superación personal en la Cooperativa. En este caso podemos sospechar que para Ricardo el consumo de alcohol le daba sentido. Luego, en un cambio abrupto, el aprendizaje y la superación personal llegaron a funcionar con una fuerza similar para él. El hecho de que compraba bebidas en los bares para los demás permite inferir que compraba amistad, y algún reconocimiento. [106]

Ricardo critica ahora a los socios de la Cooperativa que "amanecen trasnochados" y critica a quienes continúan haciendo lo que él hacía algunos años atrás. En cambio, ahora Ricardo trabaja día y noche. Se lleva trabajo para la casa, busca responsabilidades adicionales y toma cursos que están más allá de su preparación académica. [107]

Al respecto, entre la entrevistadora y Ricardo hubo este intercambio (K = entrevistadora; E = Entrevistado):

K:

"¿Tú crees que el trabajo aquí en la Cooperativa ha tenido algún efecto sobre el hecho de que tú tomes menos ahora?"

E:

"Sí, claro. Porque me doy cuenta que tengo más responsabilidades. No puedo dejarlas escapar, tengo que dejar mis experiencias aquí para los compañeros futuros que vengan hacia la comunidad y es en eso que he estado yo desarrollando yo todo este trabajo para dejárselo a ellos, porque ebrio no piensa igual que sobrio ...". [108]

Este discurso de Ricardo proviene del mundo de vida de la Cooperativa. Entre un grupo nutrido de los socios, sus responsabilidades en la organización han producido orgullo y transformación. [109]

De nuevo podemos apreciar que los modelos que han influido sobre los hábitos de consumo etílico provienen de una especie de "oferta" existente en el mundo de vida al cual pertenecen. El problema es tener acceso a esta oferta. Algunas personas desconocen las opciones existentes debido a su aislamiento de ciertos sectores de su sociedad o cultura. Por ejemplo, hay bebedores que no saben de la existencia de A.A. En este caso, la experiencia de trabajo hizo surgir un nuevo discurso entre los socios el cual fue adoptado por Ricardo. Sin embargo, algunas personas se aíslan de las ofertas que se encuentran en el contorno sociolingüístico de su mundo de vida, como lo ha hecho Tomás. [110]

3.3.1.6 "Con mi gente"

Marcia es una secretaria; es una señora divorciada, madre joven de un niño de 12 años. Se encarga sola de su propia supervivencia y de la de su hijo. Lo educa con mano de hierro y supervisa sus tareas todas las tardes aunque tenga que hacerlo en la oficina mientras trabaje. Accedió a darme una entrevista, declarando desde un principio que:

"Bueno, mira, yo no soy tomadora, yo no tengo hábitos de consumo de alcohol, pero sí me gusta de vez en cuando tomarme unos traguitos, me parece como una canción de Rubén Blades que dice: 'qué bonito es hacer relajo', me parece sabroso tomarse unos tragos de vez en cuando ...". [111]

Ella toma en fiestas,

"dependiendo del sitio donde yo esté ... consumo unos tragos, por decirlo así. Si estoy fuera de mi casa, me tomo un par de tragos, nada más porque me da miedo que me vaya a embriagar y vaya a hacer un espectáculo allí ...". [112]

Es la noción de control, pero desde el punto de vista de quien decide cómo actuar. Es el opuesto de la akrasia y Marcia controla la bebida pensando en su reputación, su dignidad desde afuera. Marcia inclusive se ha "pasado de tragos":

"Sí, sí lo he hecho, una o dos veces, pero en mi casa, en fiestas en mi casa y me ha parecido muy divertido, porque me divierto mucho, pero yo no necesito de un trago para divertirme. Lo que necesito es tener el motivo de diversión, más nada, pero no, precisamente un trago. Pero sí me gusta, me parece chévere, brindar con la familia, con amigos, en una fiesta familiar pueda que se me ocurra tomarme unos tragos de más o si estoy en mi casa, con mi gente." [113]

Aquí hay una distinción entre necesidad y motivo. Aparece la fiesta que resulta de la celebración. Pero este uso de la fiesta es distinto de lo que hemos visto hasta ahora: Marcia toma "tragos de más" de manera controlada porque quiere divirtiese "con su gente". Por estos excesos Marcia no tiene que pedir disculpas. De nuevo, el consumo del alcohol es descrito como un saber. Marcia se refiere a un "saber cómo" y no a un medio para lograr saberes que son inaccesibles para personas en otras condiciones físicas como en el caso de Pedro. Por otro lado podemos contrastar la capacidad de decidir sobre cuanto alcohol se consume, con la incontinencia descrita por Laura, Juan, Carlos y Tomás. Las conductas destructivas y necias no ocurren en la familia de Marcia "porque no". Es decir, están rechazadas de plano como posibilidad. Se trata del repudio normativo absoluto aunque la familia vea este tipo de conducta con frecuencia y sepa de qué se trata. [114]

3.3.2 Las mujeres que cuidan a los que "siempre toman"

Patricia es una señora de más de sesenta años, madre de cuatro hijos y abuela de varios niños. Tiene de una situación económica precaria y cuida a sus nietos mientras sus hijas trabajan. Patricia es abstemia y sus hijos consumen socialmente. Pero, en nuestra entrevista, Patricia habla sobre todo de uno de sus hijos, un joven casado a quien la bebida alcohólica "no le cae bien ... porque bebe sin control". Patricia repite mucho la idea de control; cuenta como, después de dos cervezas "se descontrola y sigue tomando y sigue tomando y pierde el control..." Después de comenzar a tomar "no me hace caso. Entonces ya se rasca y él pierde el control." [115]

Patricia habla de un "asunto en el cerebro" y secuencias de olvido como resultado del consumo de su hijo. Ha sido hospitalizado y "… le pusieron un tratamiento, pero ahora él no ha ido más (a la curación médica). Pero prácticamente uno lo ve bien... bien, pero ya toma, entonces pierde el control que no se acuerda." [116]

Es un dilema. Se podría decir: "A pesar de que prácticamente uno lo ve bien ...", lo cual significaría que ella le atribuye a su hijo un proceso oculto (a pesar de su apariencia). Pero también se puede interpretar de otra manera: "él no recibe tratamiento pero se ve bien", es decir, el tratamiento no le hace falta. Al final repite su preocupación principal: la pérdida de control. Es una frase compleja que encierra varias dudas. Dejando tan abierta la interpretación, Patricia se permite y le permite al oyente vacilar entre conclusiones; enuncia su angustia, pero no tiene que asumir una posición y su oyente no puede confrontarla. [117]

Tan grande es la pérdida de control de este joven que su comportamiento causa que los demás se trastornen: su hijo "toma, y me pierde, me pierde ... pierdo el control yo, pierdo el control yo porque me pone nerviosa." Patricia no puede hablar con su hijo en estas condiciones. Quisiera encontrar alguna substancia que modifique los efectos del alcohol para que el ánimo de su hijo se serene. Luego de la racha de su hijo, Patricia intenta razonar con él. A la mañana siguiente su hijo entra en el vaivén del comportamiento obsesivo: las promesas, la renuncia, la rebeldía, y finalmente el olvido y la ebriedad. Patricia sólo puede decir "hijo mío", una alocución comprimida que contiene su frustración y su anhelo de que finalmente este joven pueda romper el círculo vicioso en que se encuentra. Ella dice:

"Él me ha dicho a mí: 'Mamá, no tomo más, no tomo más'. Cuando yo lo veo: 'hijo mío'. Después el día anterior19) le explico, 'mira, ... que ...' pero no le gusta que le expliquen nada. Se me pone alterado. Se pone con sus cosas, que tal, 'déjenme tranquilo' ... siempre toma. Eso no va a descontinuar. El a veces que se junta los viernes y se junta con sus amigos y entonces se pone a tomar y olvida ...". [118]

Varios entrevistados han hablado del "olvido" (por ejemplo, Tomás). En este caso Patricia está consternada por el "olvido" de su hijo. Es decir, asume su metáfora para explicar la inconstancia (akrasia) de su hijo. Esto no es lo mismo que las ansias de tomar (la "insidia" de Carlos, por ejemplo). El olvido tiene que ver con la suspensión temporal de la intención de no volver a consumir. Es un proceso de desviar la atención (y el conocimiento del alcohol y de sus efectos) hacia los ofrecimientos de los compañeros de farra. En cambio, cuando Juan pasa frente a una tasca y se pregunta por qué no puede entrar y consumir como los demás, no se ha olvidado. Más bien confronta abiertamente las antítesis de su dilema. [119]

Son las partes de un drama (una "mise en scène") interpretada con frecuencia en múltiples escenarios. Patricia tiene el papel de la madre sufrida que no entiende lo que pasa cuando su hijo hace el papel del hombre hechizado por una poción maléfica y se encuentra fuera de control. Estas representaciones no implican, sin embargo, una falta de sinceridad. La posibilidad de esta dualidad tragedia/comedia humana se encuentra en su inscripción en el mundo de vida de los participantes. [120]

4. Comentarios finales

En los siguientes párrafos refiero con cierto detalle a algunos de los temas que aparecieron con fuerza retórica en los textos que analicé. A grandes rasgos, sin embargo, puedo afirmar dos significados o conclusiones importantes que el estudio actual señala. [121]

La primera conclusión es que las personas desarrollan explicaciones y dan sentido a su mundo y a su propia conducta de modo cambiante y contextual. Es decir, es difícil lograr que una opinión, actitud o representación social pueda "personificar" a un individuo a largo plazo. En su ambiente social y lingüístico las personas sacan provecho de un tejido flexible de construcciones sociales y los emplea de manera paralela en un mismo discurso. El menú de significados que nos interesa en este análisis contiene los modelos para relacionarse con el alcohol. [122]

Hay ciertos modos de atribuir sentido al mundo y estos modos están incorporados en el discurso ordinario como modelos, o como metáforas. Estos modelos, encarnados siempre ya, existen socioculturalmente. Las personas los utilizan en nuestra cultura para situarse frente al consumo propio y ajeno. Estos modelos son necesariamente imprecisos y cobran forma en el uso retórico del lenguaje en donde el sentido de lo dicho está estrechamente relacionado con las intenciones del hablante. Este no es el lugar para entrar en un análisis detallado del significado de "intención" pero podemos afirmar con DENNETT (1991, p.20) en que la intención pertenece a una familia de conceptos como el deseo, el temor, el dolor, la imaginación y la timidez, que, aunque sean "mentalistas", han ayudado a las personas a predecir el comportamiento de sus semejantes casi desde al albor de la humanidad. [123]

La segunda conclusión es que yo, como interlocutor, puedo entender modelos distintos porque pertenezco a la misma cultura que mi entrevistado, y conozco el mismo menú de significados que él conoce. Ninguno de los discursos que examiné era inaccesible ni contenía significaciones "privadas" en el sentido de WITTGENSTEIN (1968) o WILLIAMS (1994). Los subtítulos que identifican los discursos que acabo de analizar representan ciertas posturas retóricas en relación al consumo del alcohol, como por ejemplo: a) la postura ambigua entre modelos distintos que se encuentra en el discurso de los miembros de A.A., b) la idea de la complicidad masculina, c) la noción de "sentirse bien; sentirse más estimulado" y d) el consumo descrito en términos de "con mi gente". Creo que estas posturas retóricas representan modelos que sirven para destacar ciertas maneras de consumir alcohol que existen "siempre ya" o como una "mise en scène" en el mundo de vida de los entrevistados. [124]

En un plano más detallado puedo mencionar los siguientes patrones discursivos:

Estos patrones discursivos pueden verse en forma resumida como un glosario en la Tabla I. Es importante recordar, sin embargo, que no se puede asociar a un sujeto concreto con un modelo particular, porque las personas cambian de modelo de acuerdo con sus intenciones del momento. Carlos, por ejemplo, ocupa la posición de víctima, de enfermo, de "macho" de la familia y de alegre pícaro en momentos distintos de su discurso.

Referente retórico

 Contextos intencionales

La fiesta

A. Insidia

B. "Fulanas" fiestas

C. La celebración

D. El permiso

E. El lugar "aceptable" de la ebriedad privada que ocurre en casa y no en la calle

F. La celebración en donde el alcohol no hace falta (donde acude la "mujer mítica")

Las causas de los "excesos"

A. El incidente que convierta al bebedor en adicto

B. La enfermedad

C. La falta de concienciación

D. La victimización

E. La falta de control

F. El aprendizaje social (por ejemplo, del machismo)

G. La incapacidad para "agarrar experiencia" (Tomás)

E. El olvido

La mentira

A. La mala fe o la autodecepción

B. La mentira como mecanismo intersubjetivo de persuasión

C. Los mitos sociales (Los hombres no lloran ...)

Las categorías ideológicas o míticas

A. El liberalismo económico y la responsabilidad individual

B. La necesidad de reprimir el desorden público

C. La "ambulancia" (o el modelo de socorro al "enfermo")

D. El "enfermo" que no es responsable moralmente de su "enfermedad"

E. Los borrachitos pertenecen a una categoría de la cual nosotros estamos excluidos

F. La mítica mujer abstemia (discurso de la psicóloga)

G. Los efectos de prohibir a Baco.

H. El "vicioso(a)" que es responsable moralmente de sus desgracias

La complicidad masculina

A. El machismo, en general

B. Saber tomar pero también saber evitar peleas (Pedro)

C. La alegre picardía de los muchachos

D. "Sentirnos más estimulados"

E. La negación (tomar "un traguito" o "una cervecita")

F. La necesidad (vs. el motivo)

G. El dilema entre ser "padre de familia" por un lado e irresponsable por otro

El consumo de alcohol que da "sentido" a la vida

A. Tomar como si se fuera a acabar el alcohol vs. la motivación al logro

B. Disfrutar, celebrar

C. "Saber tomar"

1. Limitar el consumo a lo socialmente aceptable (evitar el escándalo público).

2. Saberes accesibles sólo bajo la influencia del alcohol.

3. El saber (dudoso) del tomador social quien "sabe y debe saber entre comillas".

Con mi gente

A. "Qué bonito es hacer relajo"

B. Calentar el cuerpo

C. Ocasiones sociales (bautismos, etc.)

 

El control

A. Evitar "espectáculos"

B. Control policial y "concienciación"

C. El manejo del síndrome de abstinencia

D. La oposición entre "vida" y control

La supresión del saber

A. El anonimato de A.A.

B. La ignorancia que tiene el Prefecto sobre la ubicación de los sitios ilícitos de venta del alcohol

C. Lo que "no podemos saber cuando estamos buenos y sanos"

 D. La tolerancia de la mentira (en los sentidos del autoengaño y el engaño al Otro) como en el caso de Juan

E. La reticencia de parte de los entrevistados para nombrar quiénes consideran como tomadores excesivos

Tabla 1: Glosario retórica [126]

Una tercera conclusión de este trabajo es que las opciones se convierten en dilemas cuando representan alternativas más o menos viables para ciertas personas. Así la complicidad masculina, por un lado, y la sustitución del esclavo por el amo por otro, constituyen dilemas, y Ricardo tuvo que decidir finalmente entre ellos. Sin embargo no constituyen antónimos en un sentido semántico porque la relación lógica entre estas opciones proviene del sentido común, y no de un cuerpo formal de pensamiento. [127]

En este sentido la intencionalidad del sujeto se vuelve compleja. La persona no puede ser "representada" por un punto de vista, porque los significados emergen del mundo de vida psicosocial y no de las cabezas, las almas o los corazones de los individuos. Por otro lado, a veces las personas adoptan posiciones más o menos permanentes sobre algún asunto dado. En tal caso se trata de un compromiso, tal vez un vínculo realmente motivado en el sentido de HABERMAS (1987 a y b), o tal vez en los sentidos de la estructuración del mundo de vida por medio de la reflexión como han sido descritos por autores como HEGEL (1987) o SCHÜTZ (1993). [128]

Notas

1) Este trabajo está basado en gran parte en mi tesis doctoral del mismo nombre, aprobada en el año 2000 en la Facultad de Humanidades y Educación Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela. La tutora de la tesis fue la Dra. Ligia M. SÁNCHEZ. <regresar>

2) En el modelo médico estas opciones son concebidas como etapas progresivas de la adicción. <regresar>

3) Es decir, el alcohol es usado como atenuante en muchos contextos. <regresar>

4) Por ejemplo, veremos más adelante un relato de una psicóloga sobre un padre quien enseña a su hijo cómo toman los hombres. Para ella esta enseñanza constituye un comportamiento necio, pero también reconoce este proceso como un mecanismo cultural para la transmisión generacional del saber. <regresar>

5) A.A. es una organización internacional cuyos miembros son alcohólicos "en recuperación". "Alanón" es una organización paralela para los familiares de los alcohólicos. <regresar>

6) FOUCAULT (por ejemplo: 1985 y 1985) utiliza una genealogía similar que llama "arqueología". Habla de "definir, a partir de este conjunto que tiene un valor de muestra, unas reglas que permitan construir eventualmente otros enunciados aparte de esos" (1985, p.44). La regularidad en FOUCAULT no es estadística sino que es "un campo efectivo de aparición" (p.242). <regresar>

7) Una botella que contiene 22cc. de bebida alcohólica; normalmente contiene algún tipo de alcohol económico como "caña". <regresar>

8) El término "fiesta" constituye una figura retórica en las entrevistas que estamos analizando. No es sólo una palabra con sentido semántico; es un referente complejo que cambia su acepción de acuerdo con las intenciones manifiestas en cada discurso. Para el Prefecto es un acontecimiento problemático y recurrente que le obliga a poner orden. Para los bebedores excesivos es una razón para tomar y una excusa por haberlo hecho. En otros contextos es una invitación al disfrute moderado. <regresar>

9) En otro momento Carlos, un miembro "recuperado" de A.A. dice que el alcoholismo causa "insidia". <regresar>

 La futilidad de la represión etílica, como en el caso de Penteo en Las Bacantes de Eurípides.

11) La ebriedad que resulta de una adicción avanzada también puede verse como una opción en relación al consumo del alcohol en el mundo de vida. <regresar>

12) Es el problema de la interpretación hermenéutica de los "silencios". <regresar>

13) En el momento de la redacción de este informe Laura no sólo está abstemia, sino que consulta regularmente con un psiquiatra sobre sus depresiones. <regresar>

14) Recordamos como la fiesta aparece también en los discursos de la psicóloga (el lugar donde la mujer mítica deslumbra con su abstemia) y el Prefecto (la "situación" molestosa que tiene que ser controlada). <regresar>

15) Nótese el uso de la tercera persona singular de los verbos y los pronombres personales. A veces este mecanismo retórico impone una cierta torpeza rítmica al texo: "en este círculo donde vive que ...", pero logra impersonalizar al discurso. <regresar>

16) De nuevo la convicción machista se relaciona con el consumo excesivo de alcohol. <regresar>

17) Carlos cayó tanto metafóricamente como en la realidad. <regresar>

18) Las categorías (obligadas socialmente) de silencio, o elipsis son interesantes. Recordamos a UNAMUNO (1979, pp.558-559):

"Tú te acordarás de aquel nuestro amigo republicano que como en un mitin de su partido se le escapara la fórmula de 'y Dios no quiera que ...' No faltaron oyentes que exclamaron por lo bajo: 'Dios ..., Dios ..., ¿Vaya un republicano!' Por eso te decía que en esta confusión los hombres no quieren entenderse.”

“Demasiado que se entienden, amigo. En el fondo, créemelo, se entienden muy bien. Lo que hay es que hay cosas que no pueden decirse.”

“¿Cómo que no pueden decirse?”

“Sí, que no pueden decirse sin molestar." <regresar>

19) Patricia quiere decir "siguiente". <regresar>

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Autora

Karen CRONICK se graduó de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio en los Estados Unidos en 1963. Obtuvo su maestría de la Universidad Simón Bolívar en Caracas en 1980, y su doctorado de la Universidad Central de Venezuela en el 2001. Ella ha desempeñado como docente en la misma universidad desde el 1985. Sus intereses investigativos incluyen la psicología comunitaria y ambiental y el análisis retórico de discurso.

Contacto:

Karen Cronick

Instituto de Psicología
Universidad Central de Venezuela

E-mail: kcronick@cantv.net

Cita

Cronick, Karen (2005). El análisis retórico/hermeneútico de textos relacionados al consumo del alcohol [128 párrafos]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 6(3), Art. 8, http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs050384.

Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research (FQS)

ISSN 1438-5627

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